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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El factor humano: Guinea

LA AYUDA española a Guinea Ecuatorial está siendo, sin género de dudas, amplia y generosa. El único reparo es que podía haber sido más eficaz. En cualquier caso, la sanidad y la enseñanza de aquel país, y gracias al apoyo español, están ya funcionando de modo satisfactorio; la televisión es una realidad, y el periódico local, Ebano, tiene dos ediciones semanales. La producción de cacao pasará de 5.000 a 12.000 toneladas en esta cosecha, y las ex . portaciones de madera, prácticamente desaparecidas con Macías, serán, por lo menos, del orden de los 100.000 metros cúbicos. En menos de un año, la cantidad de bienes y servicios producidos por Guinea Ecuatorial se habrá triplicado. Comparando estos resultados con los obtenidos por otros países africanos, incluso más ricos, como Uganda, las autoridades ecuatoguineanas y españolas pueden sentirse satisfechas.Siguen subsistiendo, sin embargo, grandes deficiencias en el abastecimiento de la población local. Con mucha habilidad, pero con poca exactitud, los políticos locales echan la culpa de esa escasez a la cooperación española. Así, el vicepresidente, Mayé, ha declarado a un diario madrileño que Guinea Ecuatorial carece de pescado « tras la salida de los pesqueros soviéticos». Curiosamente, esta misma crítica aparecía en una carta abierta de un ama de casa guineana, publicada el día 19 de octubre en el periódico local: «Aunque el chicharro de los soviéticos estaba podrido, por lo menos lo servían a montones y con cierta continuidad». La interrupción de «ese suministro de pescado» y la influencia de ciertas compañías extranjeras (españolas, para entendernos) serían la causa de que «la situación pueda considerarse grave cuando advertimos un clima de nostalgia popular por el régimen anterior». No parece casual que la carta de protesta de esa irritada ama de casa se haya publicado en vísperas del viaje a Madrid del vicepresidente Mayé.

Dada la importancia de la ayuda española, las divisas recibidas del FMI y las propias re iervas guineanas, el país no tendría por qué hallarse mal abastecido en una serie de alimentos básicos. Tal vez la explicación radique en que el nivel de corrupción e ineficacia de la Administración guineana sigue siendo elevado. A pesar de los compromisos adquiridos con los organismos internacionales por las autoridades de Guinea, la importación no está liberalizada y sigue siendo un coto de favores y privilegios que se reparten empresas extranjeras (españolas, en su mayor parte) y funcionarios locales, con el consiguiente encarecimiento de los precios. Asimismo, a pesar del rigor presupuestario al que las autoridades se habían comprometido, sigue dándose prioridad a obras suntuarias (como el palacete para huéspedes ilustres, reconstituido por una empresa española, con un presupuesto equivalente al 25 % de todas las importaciones de Guinea Ecuatorial), o a la extravagante importación de automóviles.

Guinea Ecuatorial, es, por supuesto, un país soberano, pero las experiencias internacionales de ayuda al Tercer Mundo africano deben hacer reflexionar a nuestras autoridades sobre los riesgos que se corren al confiar las ayudas, en sí generosas, a una clase política que pueda, en el futuro, sentir la tentación de endosar los propios fracasos a unos supuestos propósitos neocoloniales, cómodo chivo expiatorio sobre el que descargar la ineficacia.

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