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Franco Rotteli: "La legislación italiana ha reconocido que el enfermo mental no es peligroso"

Diez años después de que, siguiendo las teorías de Franco Basagúa y todo un equipo de técnicos de la sanidad italiana, empeñados en cambiar las viejas instituciones psiquiátricas, se cerraran las puertas del hospital de Trieste a los enfermos mentales, organizando en sustitución del mismo, pequeñas comunidades de pacientes, la ciudad discute todavía la conveniencia de tener desatados a todos aquellos locos, 1.200 internos, exactamente, que llenaban las salas del viejo manicomio.

Diez años que han servido, no obstante, para que la Administración italiana y la totalidad de los partidos políticos votaran en el Parlamento, en mayo de 1978, una nueva ley que institucionalizaba la experiencia de Trieste, iniciada por Basaglia, en 1961, en Gorizia, propiciando el desmantelamiento de todos los manicomios italianos. Para Franco Rotteli, el más íntimo colaborador del fallecido Basaglia y actual director de los seis centros de higiene mental estructurados como casas en que ha quedado convertido el viejo hospital de Trieste, sólo las peculiaridades políticas de la sociedad italiana pueden explicar la aprobación de esta ley insólita.«Creo que ni siquiera en Estados Unidos existe una experiencia así», comenta el doctor Rotteli, conferenciante en la Semana de la Salud Mental que se celebra en Madrid, «ya que se han cerrado hospitales psiquiátricos, pero dejando a los enfermos sin atención. En Italia, de hecho, la ley que se ha aprobado no hace otra cosa que copiar la experiencia de Trieste o de Arezzo, que son tal vez las dos ciudades donde esta transformación psiquiátrica ha sido más completa. Lo cierto, es que este cambio ha sido fruto de un discurso crítico sobre la institución médica, que no da respuesta a las necesidades de la gente, que se mantiene, alejada de la persona, y de su sufrimiento, porque sólo es capaz de satisfacer sus propias necesidades de institución. Lo que la ley ha superado también es el concepto,de peligrosidad del enfermo, porque no hay que, olvidar que la psiquiatría nació como una hija de la justicia. Los manicomios se parecen mucho a las cárceles. Entonces, al menos, la gente en Trieste ha comprendido que los locos podían estar sueltos, se han convencido de, que no son peligrosos. En este sentido, la ley incluye a la psiquiatría dentro de la medicina, aunque el movimiento de contestación que dio origen a todos los cambios y a la propia ley ha llevado su crítica hasta la propia medicina».

Para Franco Rotteli, los primeros experimentos liberadores de enfermos mentales surgen en Italia en Tosquella, a raiz de las luchas de resistencia y al concluir la segunda guerra mundial, llevados por aquella ideología de ruptura que luego se cerraria sobre sí misma, sin llevar las contradicciones de la psiquiatría hasta el final.

Primacía de lo social

Si en Italia se ha conseguido una ley tan avanzada -añade Rotteli-, ello se debe a la confluencia de muchas circunstancias que no le han dado en países como Inglaterra o Francia, donde, si bien ha habido equipos de técnicos que han llevado muy adelante la crítica al viejo sistema psiquiatrico, no han podido o no han sabido ligar esta actitud crítica con una situación social de cambio, como ha sucedido en nuestro país. Nos ha ayudado mucho la administración local de izquierdas, y todo un movimiento sindical y de los propios trabajadores de la sanidad, aunque, precisamente, mantener esa tensión de lucha en la gente ha sido lo más difícil a lo largo de este proceso». La politización de un movimiento que veía en los manicomios un reducto donde recluir a los más débiles, a los menos favorecidos económicamente y, por tanto, a los más propensos al enfermar mental, sería, en opinión de Rotteli, el impulso definitivo para esta verdadera revolución sanitaria.La posibilidad para los jóvenes técnicos de acceder a un cierto nivel de poder político, posibilidad que Franco Rotteli echa en falta en la psiquiatría española, sería la clave esencial de estos cambios.

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