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Tribuna
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Político respetuoso y técnico realista

El 15 de octubre de 1964, la Prensa mundial aparecía con la sorpresa de que Nikita Jruschov había sido «purgado» de su puestos de primer secretario del PCUS y de presidente del Consejo de Ministros de la URSS. La gestión «subjetivista» del camarada K había sido el argumento usado por los nuevos jefes del Kremlin que prepararon y triunfaron en la revolución palaciega. Los triunfadores fueron Breznev y Kosiguin. El nuevo presidente del Consejo, Alexis Kosiguin, de 76 años, era, ante todo, un businessman, un pragmático colocado por encima de las querellas ideológicas, pero con la suficiente astucia como para evitar que las purgas estalinistas cortasen o arruinasen su carrera.

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Como técnico, jamás ocultó su admiración por la tecnología norteamericana, y era frecuente oírle hablar en las reuniones diplomáticas de una de sus aficiones predilectas, la literatura occidental.Kosiguin nación en Leningrado en 1904, en plena ebullición revolucionaria. Su ingreso en el partido bolchevique data de 1927, pero hacía ya diez años que tenía una vinculación más o menos estrecha con el partido revolucionario que dirigía Lenin.

En 1917 se alistó en el Ejército Rojo para combatir a las fuerzas blancas, y los jefes observaron en el joven Alexis Nikolayevich un ardor especial para defender los intereses de la revolución bolchevique.

Al finalizar su servicio, en 1921, es trasladado como instructor en el sistema de cooperativas, a la vez que sigue estudios técnicos en el colegio de los Camaradas.

Cuando se gradúa y sale para Siberia, como alto ejecutivo del oblast de Irkutsk, Kosiguin es un destacado miembro del Komsomol (Juventudes Comunistas). Tres años más tarde, en 1927,fue admitido como miembro del PCUS.

La gestión como fin

A partir de 1929, en que ingresó en el Instituto Textil de Leningrado para ampliar sus conocimientos técnicos, Kosiguin se comprometía con la idea de modernizar el país al margen de las querellas políticas que pudieran suceder en la cumbre.

De 1937 a 1938 dirige la factoría Zelyabov de Leningrado, y actúa activamente en el interior del partido; sin embargo, siempre estuvo al margen de las disputas internas y supo equilibrar su posición para no verse sometido a las purgas estalinistas de la década de los años treinta.

Cuando su estrella comenzaba a despuntar supo estar a la altura de las circunstancias, y al final de los años treinta se distinguió como uno de los jóvenes comunistas más activos en el culto a la personalidad de Stalin, lo que motivó, en cierta medida, que sus méritos en el campo tecnológico le fuesen reconocidos con bastante prontitud, y tras asumir la dirección de la Industria y el Transporte del CC de Leningrado, obtiene, en 1939, la alcaldía de esta ciudad. Un año después se le nombra comisario de la Industria Textil nacional; era el salto esperado por los funcionarios rusos, en general, pasar de la gestión regional a la nacional.

De 1943 a 1946, Kosiguin llega a presidente del Consejo de Ministros de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFR) la más importante del país, mientras su prudencia política le aconsejaba estar más que nunca al lado de Stalin, cuando ciertas voces comenzaban ya a desautorizar la política militar del dueño y señor del Kremlin. Desde que obtuvo el Ministerio de Finanzas, en 1948, Kosiguin no se volvería a alejar del supremo órgano de Gobierno técnico de la URSS.

En aquel año, Stalin inicia en Leningrado una purga contra elementos sospechosos de titismo. Los amigos y técnicos más vinculados a Kosiguin cayeron en desgracia. En esta ocasión fue la buena gestión llevada a cabo en el Gobierno lo que evitó que Alexei siguiera a sus más íntimos en el camino del exilio.

La relajación relativa que supuso el XX Congreso del PCUS y el primer intento desestalinizador, según el informe secreto de Jruschov sobre el culto a la personalidad, revelará a Kosiguin como un técnico realista, criticando el desfase y desorganización de los diferentes niveles de planificación soviéticos.

A pesar de su marginación de las querellas políticas, Kosiguin estaba al tanto de los entresijos de la política y supo agarrarse a tiempo el carro de Jruschov y Mikoyan a la muerte de Stalin, siendo en 1957 uno de los más fervientes atacantes del grupo antipartido (Malenkov-Kaganovich-Molotov).

Consolidado como el «hombre de la planificación de Jurschov», intentó llevar a cabo una necesaria descentralización e introducir ciertos incentivos laborales.

Sin embargo, el gran aparato estalinista se mantenía con consistencia en los escalones intermedios y trataba de frenar los aires renovadores. Si bien los propósitos quedaron en en su mayor parte congelados, la confianza de los líderes en Kosiguin no mermó. Jruschov le nombró en 1960 vicepresidente del Consejo de Ministros, adjunto directo a Mikoyan, siendo, de hecho, quien conducirá a partir de entonces los intercambios y la cooperación técnica de la URSS.

Durante la crisis de Cuba (1962), Kosiguin introduce desde el primer momento la nota pacífica en el Kremlin y aboga por «el entendimiento y la paz» cuando los americanos iniciaron el bloqueo.

A partir de entonces, será un ferviente defensor del desarme y la distensión, «para evitar, en lo posible, el holocausto de una guerra nuclear». Como hombre empeñado en mejorar el nivel de producción soviético, es consciente de que una loca carrera de armamentos conducirla a la URSS a un estancamiento en su producción agrícola e industrial.

Antes de su caída, Jruschov colocó a Kosiguin en una posición de fortaleza con respecto a Mikoyan para sucederle a la cabeza del Consejo de Ministros, como sucedió en octubre de 1964.

Para U Than, ex secretario general de la ONU, Kosiguin era «el líder más respetuoso de la URSS», y los círculos occidentales coincidían en afirmar que era el más prooccidentalista de los dirigentes de la URSS.

Desde que accedió a la dirección de la economía soviética, una de las metas de Kosiguin fue acelerar el nivel de vida de la población, incluso reduciendo el presupuesto militar. Con las manos libres trató de llevar a cabo una política realista, reconociendo los errores de la planificación.

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