La URSS no abandonará Afganistán
Diez meses después de su intervención militar en Afganistán, la Unión Soviética ha reiterado que no abandonará este país de Asia central hasta que la rebelión no haya cesado completamente, indica el comunicado soviético-afgano firmado en Moscú con motivo de la visita oficial del presidente Batrak Karmal.En su declaración conjunta, firmada el 16 de octubre, pero dada a conocer el domingo 19, Leónidas Breznev y Babrak Karmal afirman que una retirada de las tropas soviétícas sólo podrá ser tomada en consideración tras «el cese total de la agresión contra la República Democrática de Afganistán».
Moscú y Kabul solicitan también «garantías contra la reanudación de cualquier actividad subversiva del extranjero», es decir, de la oposición armada al Gobierno de Karmal. Por último, el Kremlin reitera el principio de que «ningún proyecto que ignore al Gobierno legal de Afganistán tiene probabilidades de prosperar».
De esta forma, señalan los observadores, la URSS da claramente a entender, diez meses después de la entrada del ejército rojo en Kabul, que las condiciones para solucionar políticamente el problema afgano no han variado en absoluto desde el inicio de la crisis. Moscú opina que la comunidad internacional, y en primer lugar sus vecinos paquistaní e iraní, tienen que comprometerse a cesar toda ayuda a la resistencia antisoviética afgana.
En la declaración conjunta soviético-afgana, el Kremlin subraya también que otorgará «siempre su ayuda internacionalista a Afganistán». Aunque no incluya ningún elemento nuevo, el texto oficial firmado en Moscú pone de relieve la determinación soviética de seguir actuando en Afganistán pese a la eventual conclusión de un acuerdo internacional sobre el país asiático.
Aun reconociendo, como lo hizo el domingo el órgano del PC soviético, Pravda, que la revolución afgana atraviesa dificultades pasajeras, Moscú demuestra, recibiendo la Karmal en su primer viaje al extranjero con todos los honores, que no abandonará a su aliado.
Su larga estancia en Moscú, prolongada después por un viaje a Tbilissi (capital de Georgia), cuan do la situación todavía no se ha normalizado en Kabul, reviste, en opinión de los observadores, un especial significado político.
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