La oposición califica de impreciso el programa de Garaikoetxea
«De los debates de fondo planteados por la oposición al programa de Gobierno presentado la víspera por Carlos Garaikoetxea sólo se vio ayer la espuma». Así lo subrayó, en particular, el socialista Txiki Benegas, al acusar al lendakari de haberse dedicado a «lanzar balones fuera» a la hora de responder a las abundantes críticas cosechadas por su programa en el Parlamento de Vitoria.
«Más que un programa, esto parece una encíclica papal de fines del siglo pasado», dijo Mario Onaindía para sintetizar la opinión que le merecía el texto de 250 páginas, presentado por el Gobierno vasco para ser debatido en el Parlamento de Vitoria. A pesar de la diferencia notable de tono, tanto el socialista Benegas como el centrista Viana acabarían por coincidir en esta opinión, al considerar al programa que poco antes había defendido el lendakari Garaikoetxea como una «mera declaración de intenciones». De todas formas, las críticas de la oposición no fueron tan radicales como se esperaba y algunos grupos, como Alianza Popular, concedieron al Gobierno el beneficio de la duda, y aplazó un pronunciamiento definitivo hasta el final del debate parlamentario iniciado el miércoles y que prosiguió ayer en el salón de sesiones de la Diputación Foral de Alava.
Símiles religiosos
Pero si Onaindía fue el más cáustico al incidir en los símiles religiosos («porque este local, más que un Parlamento, parece: una ermita medieval»), comparando la actitud del PNV con la de « Jesús de Nazaret entrando en Jerusalén distribuyendo, bendiciendo a un lado y otro, o sea, a empresarios y trabajadores, a banqueros y a menesterosos», fue Benegas quien estuvo más concreto al explicar las razones por las que el programa analizado le parecía «conservador y de derechas», por una parte, y «plagado de brotes de posible sectarismo», por otra.«Conservador», dijo Benegas, «porque ni en relación a la Sanidad, ni a la Enseñanza, ni a las respuestas a la crisis se apunta proyecto alguno de transformación del actual modelo de sociedad, con todas las lacras e injusticias. Esto es particularmente grave, porque la autonomía no sólo tiene una vertiente nacional, ni debe servir sólo para recuperar el euskera, sino que tiene también una vertiente de acercamiento del poder al pueblo para profundizar la democracia y transformar la sociedad».
Sectarismo
Los posibles brotes de sectarismo los cree percibir Benegas de manera particular en la política cultural del Gobierno, concebida con un aire claramente instrumentalizador, propio de un ministerio de propaganda, como cuando se nos habla de la «creación de los signos externos del poder político vasco buscando la consolidación gráfica visual de las instituciones ante los ojos de los ciudadanos», o cuando se afirma que el Gobierno utilizará los medios de comunicación al servicio del Euskera.Roberto Lertxundi, del partido comunista, había criticado ya el reduccionismo que, a su juicio, supone la identificación «exclusiva entre identidad nacional y eusquera» y el «carácter impositivo con que el programa plantea cuestiones, como la exigencia de bilingüismo para acceder a la enseñanza o la euskaldunización del funcionariado».
Respecto a la pacificación, Benegas creyó encontrar «positivas novedades», no incluidas en el programa, en el discurso de Garaikoetxea. En particular, sus referencias a la «necesidad de recabar los apoyos sociales necesarios para aislar al terrorismo ».
Viana, de UCD, reconoció las dificultades con que se encuentra el Gobierno vasco para concretar un programa, y, tras anunciar una línea de «oposición constructiva», hizo depender su actitud definitiva de la aplicación práctica que se hagan de principios como la autonómica de los territorios históricos y los ayuntamientos, el desarrollo sin discriminaciones de la lengua vasca y las reacciones entre la policía autónoma y las fuerzas de seguridad del Estado.
Reconciliación
En su turno de respuesta en nombre del Gobierno, Carlos Garaikoetxea, en tono conciliador, dedicó el grueso de su intervención a intentar disipar las inquietudes mostradas por la oposición, respecto a cuestiones como el objetivo de «reeuskaldunización de la sociedad vasca», las relaciones entre la policía autónoma y las fuerzas de seguridad del Estado, el sentido de la reconciliación propuesta como vía hacia la pacificación o la forma de participación de los trabajadores en la búsqueda de soluciones compartidas a la crisis económica.Al final de su discurso, el lendakari agradeció los «deseos de leal cooperación expuestos por algunos grupos», aunque no llegó a concretar una respuesta a las insinuaciones sobre colaboración específica en la elaboración de las leyes fundamentales pendientes de aprobación sobre aspectos institucionales. Tampoco respondió a los emplazamientos para traducir en proyectos y prioridades concretas los principios enunciados en el programa sobre temas como la sanidad, enseñanza, reestructuración industrial, etcétera.
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