_
_
_
_

Karol Wojtyla cumple hoy dos años como Juan Pablo II

Juan Arias

Se cumplen hoy dos años de la elección al pontificado de Juan Pablo II, el primer Papa no italiano después de cinco siglos. En Italia han empezado ya a publicarse los primeros comentarios a estos dos años de intenso pontificado del papa polaco Karol Wojtyla. Leyéndolos se deduce que no es fácil hacer un balance de este nuevo pontificado «omnipresente, superactivo, viajero, paradójico, indefinible». Y es que, sobre estos adjetivos jugaban ayer todos los observadores. Sobre todo acerca del carácter paradójico de este Papa que, como ha dicho un vaticanista, es «todo y lo contrario de todo». Una cosa no le niega nadie: su inmensa capacidad de entrega, de trabajo, de pasión, de certeza. Dicen que es un Papa que no conoce la duda y que por eso gusta menos al mundo laico que Pablo VI, ya que «la duda es la primera virtud laica». Pero, al mismo tiempo, se asegura que es un Papa que ha dado esperanza a muchos católicos, desconcertados después del huracán del concilio, que con razón o sin ella había hecho tambalear certidumbres ancestrales en los creyentes tradicionales.«Es un Papa que aún puede reservar sorpresas», se afirma, mientras hay quien asegura que basta leer todos sus discursos de estos dos años para darse cuenta que no existe espacio en el pontificado de Wojtyla para la Iglesia progresista nacida del concilio. Y, sin embargo, nadie puede dudar que, desde su primer discurso, ya dentro del conclave que lo eligió Papa, sus primeras palabras fueron a favor del Concilio Vaticano II. Lo que ocurre es que Juan Pablo II piensa que existe una parte del concilio que había sido olvidada, dejada en la sombra y que es la más difícil de digerir porque se refiere a los principios intocables de la Iglesia católica y que muchos teólogos de la secularización desearían poner en tela de juicio, entre ellas la misma infalibilidad personal del Papa. Hay quien asegura que este Papa convocará un nuevo concilio ecuménico, ya que se siente investido de una misión de reestructuración global de la Iglesia.

Para algunos, el papa Wojtyla tiene un programa muy concreto para la Iglesia, mientras otros piensan que es más bien un hombre de intuiciones y un gran político, que sabe ser progresista en Brasil y conservador en Africa.

Es el Papa de la defensa de los derechos humanos, de la lucha contra las grandes injusticias sociales, un sociaIdemócrata que un día dijo a un íntimo amigo suyo, que le acompañaba en un viaje a América: «Ni Varsovia ni Nueva York», es decir, ni comunismo ni capitalismo.

Un Papa exigente con los católicos hasta el punto de olvidarse de los derechos de los creyentes dentro de la Iglesia. El concibe la Iglesia según la imagen de Polonia: cristianos y sacerdotes lanzados al heroísmo, al sacrificio, sin concesiones secularizadas. Desea una Iglesia con menos pluralismo interno y más fuerza de testimonio externo, capaz de enfrentarse con las grandes potencias del mundo.

Es el Papa más moderno y secularizado que ha existido, en cuanto a su vida personal: el primero que se hizo una piscina y se puso un traje de baño y llamó a comer a su mesa a amigos para cantar y beberse con ellos un vaso de vino y, al mismo tiempo, un Papa que ha pedido al clero que se ponga el uniforme.

Juan Pablo II está convencido de que el mundo se salvará sólo a través de la familia cristiana, como acaba de afirmar hace tres días, y que sólo la Iglesia tiene la fuerza suficiente para «salvar a este mundo que camina hacia el ateismo». Ha dicho mil veces, a quienes se quejan de que se expone demasiado, que un Papa debe estar dispuesto a morir en cualquier momento porque «el martirio es una vocación cristiana».

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_