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La izquierda laborista ve en la dimisión de Callaghan una maniobra del ala derecha

La renuncia del líder laborista británico, James Callaghan, anunciada oficialmente ayer, ha sido inmediatamente denunciada como una «maniobra» por sectores izquierdistas del partido, que ven en la decisión del ex primer ministro un plan cuidadosamente perfilado para permitir que el partido siga bajo el control de su ala derecha. El ex canciller del Exchequer, Denis Healey, de 63 años, es el favorito de este sector a la sucesión y el más probable ganador.

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En el transcurso de una reunión del «gabinete fantasma», Callaghan explicó que su decisión obedecía a motivos personales, referencia, según sus colegas, a la salud de su esposa, recientemente operada de una cadera. Callaghan sugirió la conveniencia de una rápida elección de nuevo líder del mayor partido británico, ahora. en la oposición, a fin de que pueda estar en su puesto en la apertura de la sesión parlamentaria, el 13 de noviembre.«Creo que la elección de un nuevo jefe dará un nuevo interés al Partido Laborista y a la actividad política en general», dijo Callaghan a sus colegas.

La esperada dimisión del líder laborista, preanunciada la semana pasada por la BBC, obedece más a motivos tácticos que personales, según las fuentes mejor informadas de la capital británica. La línea derechista dentro del partido, defendida por el ex premier, sufrió un serio revés en el congreso de Blackpool, a comienzos de mes, cuando los delegados laboristas pidieron la inclusión en el manifiesto electoral de una resolución solicitando la retirada británica de la CEE, y aprobaron también que se ampliara la base de elección del líder del partido, ahora en manos del grupo parlamentario.

En Blackpool, sin embargo, el dividido laborismo no consiguió fijar un sistema de elección a gusto de la derecha y la izquierda del partido, acaudillada ésta por el ex ministro Anthony Benn, por lo que pospuso el tema a un congreso extraordinario que debe celebrarse a finales de enero.

Con su dimisión, James Callaghan puede hacer viable que el grupo parlamentario del partido elija como su sucesor, en noviembre, a Denis Healey, ex canciller del Exchequer y el candidato más aceptado por la derecha del labour. La izquierda califica ya de «maniobra» la dimisión de Callaghan. El sector más crítico del laborismo quería que Callaghan permaneciera al frente del partido hasta el 24 de enero, fecha en que debía decidirse la composición del «colegio electoral» ampliado encargado de elegir al nuevo líder. Este colegio, que debería incluir además de al grupo parlamentario a sindicalistas y a militantes de base, habría puesto el veto a Denis Healey.

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Si Healey es confirmado el mes próximo sucesor de Callaghan, se señala en la capital británica, es virtualmente seguro que sea después reconfirmado por el colegio electoral para no dividir aún más a un partido al que muchos consideran ya en vísperas de una auténtica «guerra civil».

La decisión de James Callaghan fue acogida con gran discreción por la primera ministra: Margaret Thatcher emitió una declaración en la que agradece a Callaghan su «cooperación, en tanto que primer ministro y jefe de la oposición, en la mejor tradición británica».

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