La deuda pública
Ha terminado la semana en los mercados de valores con unas sesiones que han supuesto una continuidad lineal de las que inmediatamente les precedieron, quedando una vez más de manifiesto que a la escasez de órdenes compradoras viene correspondiendo una actitud pasiva por parte de los vendedores potenciales, circunstancias que, unidas al decidido apoyo que vienen prestando los bancos a sus cotizaciones, determinan este ambiente sostenido y de resistencia a la baja que ha caracterizado el negocio bursátil en las últimas reuniones.Los valores bancarios estuvieron poco más o menos como siempre. Más papel que dinero, con la única excepción del Popular, que salía de «caja» con una discreta demanda, y las actuaciones de rigor por parte de sus mentores para forzar nuevas reparticiones.
Los rumores de la mañana, que iban desde la indignación al desconsuelo, giraron en torno a la próxima emisión de deuda pública, que se presumía habría, de aprobar el Consejo de Ministros reunido ayer. Esos 40.000 millones de pesetas -se decía- a un 13% de interés, con una desgravación fiscal de 22% y cinco años de plazo de amortización, pueden suponer un fuerte golpe para la Bolsa, al desviar sobre ellos la atención de buen número de inversores que podrían haber acudido al mercado de valores.
En fin, no dejan de ser opiniones, pero lo cierto es que al terminar la sesión existía una auténtica psicosis de «deuda pública».
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