Los cambios tecnológicos determinarán el futuro del acero
Las planas mayores de la siderurgia del mundo occidental se encuentran reunidas en Madrid desde mañana lunes con objeto de celebrar la 14ª Conferencia Anual del IISI (Instituto Internacional del Hierro y del Acero), que agrupa a las empresas siderúrgicas de 42 países occidentales. Más de setecientos expertos del sector debatirán, durante tres días, en Madrid, los problemas más acuciantes de la industria siderúrgica.Los principales puntos que van a ser debatidos en esta reunión anual, que se celebra por vez primera en España, se refieren a los cambios tecnológicos que se pueden producir en el futuro ante la posible competencia de otros materiales alternativos. La producción de acero en el mundo occidental ha crecido sólo a un ritmo del 1,9% durante los años de la década de los setenta, frente a un 3,9% de la década anterior, y al 4,1 % en el período comprendido entre 1950 y el pasado año. El mundo occidental produjo el pasado año 498 millones de toneladas de acero, cifra prácticamente idéntica a la de los años 1973 y 1974.
De hecho, el consumo per cápita de acero ha disminuido en la mayoría de los países occidentales. Tal es el caso de Alemania, Japón, Suecia, Inglaterra y España. En el caso espanol, de un consumo de 254 kilos por habitante, en 1970, hemos pasado a 221 kilos por habitante el pasado año.
Los problemas tecnológicos
Aunque los problemas del sector en casi todo el mundo son de índole financiera principalmente, el descenso del consumo relativo de acero y los elevados costes de producción, que se han incrementado de forma considerable en estos últimos años, plantean serias incertidumbres sobre el futuro de la industria siderúrgica mundial que, en opinión de algunos de sus representantes más significativos, tendrá que hacer frente a crecientes desafíos tecnológicos en el futuro.Entre los problemas que destacan a nivel tecnológico, los empresarios del sector coinciden en señalar como más importantes la necesidad de disponer de materias primas en cantidad adecuada y en precios razonables, la mayoría de la calidad de los productos siderúrgicos que deberán competir con otros alternativos, la entrada en servicio de tecnologías nuevas que permitan, sobre todo, disponer de hidrógeno en cantidad suficiente y a bajo coste, la protección del medio ambiente y una mayor capacidad para el tratamiento de la chatarra. Por otra parte, la siderurgia se enfrenta, desde hace unos años, a un incremento de los costes de los capitales y a una disminución importante de la rentabilidad de las inversiones. El incremento de los precios de los productos energéticos constituye también un serio problema por su incidencia en los costes operativos de las empresas siderúrgicas.
La actual recesión económica internacional ha venido, finalmente, a agravar la situación del sector en todo el mundo occidental, ya que la siderurgia, al ser una industria de base, experimenta rápidamente las consecuencias de los cambios en los ciclos y suele salir de ellos con mayores dificultades.
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