La campaña electoral alemana finaliza con ataques personales
Aunque el primer y último debate conjunto de los cuatro «superclases» de los partidos parlamentarios de la República Federal de Alemania no aportó novedad alguna al elector indeciso, y lo es todavía uno de cada ocho alemanes, la polémica desarrollada el jueves por la noche ante las cámaras de televisión patentizó, al menos, una realidad: para los señores Kohl (CDU), Strauss (CSU), Schmidt (SPD) y, en menor grado, Genscher (FDP) no cuentan tanto los argumentos objetivos como el ataque personal.
Durante tres horas y media, los dos periodistas moderadores del coloquio, en representación de los dos principales canales de la televisión alemana, apenas lograron imponer un orden mínimo en el tono de la discusión, que degeneró en ataques personales a partir de los primeros veinte minutos, a iniciativa del presidente del partido democristiano, Helmut Kohl, al que replicó en el mismo tono el canciller Helmut Schmidt.
Prudencia televisiva
La esperada confrontación directa entre éste y su oponente Franz Josef Strauss apenas si se produjo. No cabe duda que ello habrá producido cierta decepción entre los televidentes: nada menos que el 48% de todos los alemanes conectaron el jueves sus receptores con el deseo de ser testigos del tan esperado duelo. Conscientes del interés que habría también por este debate en la República Democrática Alemana, los dos líderes democristianos atacaron duramente los acuerdos suscritos entre Bonn y los países de Europa oriental.Kohl repitió que Schmidt «ya no está en condiciones de resistirse a las imposiciones de la "fracción moscovita" de su propio partido». Esta atribución, considerada ya por la comisión de arbitraje electoral como injuriosa, provocó una dura respuesta de Schmidt: «Eso es una injuria fríamente calculada».
Otra de las preguntas más esperadas, formulada por uno de los periodistas, versó sobre los sucesos de Munich. ¿Considera Strauss que el neonazismo es o no peligroso? El candidato respondió con la condena genérica de todo terrorismo; pero el canciller presentó una serie de pruebas escritas que favorecen la tesis de un Strauss indulgente con la extrema derecha e implacable con el terrorismo del signo contrario.
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