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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Obras de Béjart, Ullate y Perriguey

La intervención personal de Víctor Ullate, en el segundo programa del Ballet Clásico Español, que dirige, fue uno de esos momentos brillantes, virtuosísticos, en los que el intérprete se hace creador. El solo de Gnomo Alfa, sobre la partitura de Xenakis para violoncello, fue coreografiado para Bertoluzzi por Maurice Béjart y estrenado en Royan en 1969. Posteriormente, Ullate se hace cargo de ese papel, difícil, duro, polifacético, pues sigue en lo formal, lo estructural y lo significativo los pentagramas de Xenakis.Si el músico agota las posibilidades de un instrumento, el coreógrafo hace lo propio con el bailarín a lo largo de unos veinte minutos que dura la obra. Pasos, gestos, levísimos movimientos, expresiones propias de un gran mimo, se articulan para reflejar un mundo que tiene tanto de drama como de humor. Víctor Ullate obtuvo el gran triunfo de la noche y las ovaciones se prolongaron durante largo rato.

Ballet Clásico Nacional

Dirección artística de Víctor Ullate. Programa: «Fantasía coreográfica en la cueva de Nerja», «Sueño de verano», «Gnomo Alfa», «Serait-ce l'amour?». Músicas de Mac Donald, Vivaldi, Xenakisy Strauss. Coreografías de Victor Ullate, Maurice Béjart y Olivier Perriguey. Hasta el 5 de octubre. Teatro de la Zarzuela

Triunfó como bailarín, pues igualmente lo obtuvo como coreógrafo de Cueva de Nerja, y en su calidad de conductor de la formación. Me parece que esta Cueva, sobre una banal música -entre Edmundo Ross y Glenn Miller- de Mac Donald, es el mismo ballet que antes se denominaba Metamorfosis, no sé si con muchas, pocas o ninguna diferencia, Julia Olmedo -embrujo de la cueva-, Enrique Brown, Alicia Pérez, Saint Chaffray, Elisa Morris, Carmen Molina, Antonio Fernández, Felipe Alcoceba y el resto de la compañía actuaron con disciplina y elegancia.

La pareja Saint-Chaffray-Sofía Sancho protagonizó el preciso y poético Sueño de verano, sobre música de Vivaldi, coreografía de Perriguey, y como final volvimos a aplaudir otra de las grandes creaciones de Maurice Béjart: Serait ce la mort, sobre los últimos lieder de Ricardo Strauss.

Una nueva forma de transfigurar la música en danza desde una honda fidelidad a la sustancia y, a la vez, con una imaginación vibrante y cálida. Béjart -y Ullate es discípulo suyo- apresa con su danza cada música, su trasfondo y el entorno sociocultural que la rodea. Ricardo Franco, Carmen Molina, Elena Sánchez, Mar López y María Jesús Casado consiguieron una excelente versión, con lo que se redondeó el éxito de la noche, aun cuando este segundo programa -salvo las obras sobre Xenakis y Strauss- me parece, en conjunto, menos interesante que el de presentación.

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