La justicia que no se mueve
Los acreedores de Rentagracon, empresa a cuya crisis nos referimos hace breves días, están desesperados y tienen sus buenos motivos para estarlo. Nadie en este sufrido país quisiera contar con la «protección de la ley» y la «seguridad jurídica» con que han contado ellos. Y eso que se trata de principios solemnemente recogidos en la Constitución.Erase que se era, como en los libros de cuentos -y decimos esto porque se trataba realmente de un cuento- una empresa llamada Rentagracon, que ofrecía (hace unos ocho aflos, con un nivel de inflación mucho más bajo que el actual) seguridad en la inversióninmobiliaria y una rentabilidad del 12%. Eranse que se eran unos cuantos miles de pequeños ahorradores hechos al sacrificio cotidiano, a la renuncia del hoy,y la fe en el mañana. Claro que no tuvieron en cuenta el ayer, que les había hablado de Sofico y sus caballitos de mar. No pensaron que ellos también podían ser víctimas de. una estafa... ¡para eso estaba la justicia!
Pues bien, la justicia ha tardado nada menos que cinco años en procesar a los culpables y en fijar unas fianzas que Dios sabe si serán ya imposibles. Cinco años en matizar unas solvencias que el viento se ha llevado. ¡Cinco años para iniciar un proceso! Esta lentitud -sobre la cual, que sepamos, no se ha dado ninguna explicación oficialva a hacer imposible la justicia.
, 25 de septiembre.
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