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Strauss presenta su programa para los "cien primeros días" de canciller

«El primer viaje oficial del canciller federal Strauss tendrá como destino Estados Unidos». Este anuncio, que parece arrancado de la agenda de un jefe de Gobierno en activo, forma parte de un programa de once puntos que se propone llevar a la práctica el candidato conservador Franz Josef Strauss dentro de sus primeros cien días de Gobierno, si las urnas le son propicias el próximo día 5 de octubre. El candidato, que logró ayer reunir en Bonn al «pleno» de informadores acreditados en la RFA, anunció que se proponía «imprimir a la política alemana el tan aplazado giro» que está necesitando, y ello en el napoleónico plazo de «cien días».El jefe del Gobierno bávaro, que procuró mantener la calma en su última aparición ante el colectivo de Prensa, perdió dominio de la situación en algunos momentos, llegando a responder a una pregunta que «yo seré quien determine las líneas maestras de la política, si llego a ser canciller; sólo yo». Partiendo de este espíritu de iniciativa individualizada, Strauss comunicó al ampliar su programa que daría a su ministro de Finanzas las oportunas directrices para que se procediese a sanear el estado de las reservas actuales mediante la reducción de la deuda pública, hasta un nivel inferior respecto del aumento del índice del producto nacional bruto.

Por lo demás, en su programa de los «cien días», Strauss se compromete a restablecer las buenas relaciones germano-norteamericanas, «como fueron siempre bajo Adenauer»; a llevar a la Conferencia sobre Seguridad en Europa, de Madrid, el tema de los derechos humanos en la República Democrática Alemana; a potenciar la política energética mediante una «mayor claridad jurídica» en lo relativo a permisos de construcción de centrales nucleares, y a conceder determina dos estímulos económicos al ciudadano medio, a base de reforma de pensiones, y mayores subsidios a las madres jóvenes. Por lo demás, Strauss se propone acabar con la objeción de conciencia que no obedezca a motivos realmente éticos, con el « falso asilo político » y con la presencia de «radicales» en la Administración pública.

Los partidos del Gobierno, SPD y FDP, se apresuraron a manifestar sus respectivas opiniones sobre el «programa de los, cien días». Para los liberales, se trata de «una colección de propósitos sin compromisos reales

Para los socialdemócratas, el carácter de urgencia con que el «canciller Strauss» pondría en marcha sus reformas es más que sospechoso, como también su personalismo.

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