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Convocada una huelga general en Italia para el próximo 2 de octubre

Juan Arias

Después de trece horas de durísimo debate entre el ministro italiano de Trabajo, Foschi, y los delegados de Fiat y de los sindicatos metalúrgicos, las negociaciones han sido definitivamente rotas. Los tres grandes gremios sindicales, reunidos ayer, proclamaron por unanimidad una huelga general nacional para el día 2 de octubre, como «respuesta de lucha» a la empresa automovilística Fiat, que no ha querido aceptar ni la propuesta de los sindicatos metalúrgicos ni tampoco la del ministro de Trabajo. Después de catorce días de debates frenéticos, de manifestaciones públicas y de búsqueda de un compromiso, todo ha vuelto al principio.

La propuesta del ministro Foschi había sido aceptada en la madrugada de ayer por los representantes sindicales, aunque no les satisfacía completamente. Fiat, por el contrario, la rechazaba o la aceptaba, con la condición de cambiar varias cláusulas que, para los sindicatos, son irrenunciables. El asunto ha pasado ahora directamente a la responsabilidad del presidente del Gobierno, mientras todo el movimiento sindical ha decidido la huelga general «ante la gravedad que esta postura de Fiat significa para tantos trabajadores del país».Para el Gobierno, el problema es tanto más difícil por cuanto se trata de un momento particularmente difícil. Precisamente, la noche del miércoles estuvo a punto de caer el Gabinete Cossiga en una materia tan delicada como los decretos económicos. Se salvó sólo por un voto de diferencia, ya que más de cincuenta votos de la mayoría del Gobierno lo traicionaron, amparándose en el voto secreto. En Turín, el alcalde comunista, Novelli. ha advertido que la situación está precipitando, y que hace falta una respuesta definitiva y urgente, ya que no sólo los trabajadores, sino hasta las fuerzas políticas, han empezado a hablar de «ocupación de las fábricas».

Los dos puntos de mayor tensión en las negociaciones rotas son el de la movilidad externa y el de la caja de integración a rotación. En el proyecto del ministro Foschi no se habla de la posibilidad de colocar a los trabajadores despedidos por Fiat en otras empresas. Por su parte, los sindicatos consideran que es ¡imposible encontrar estos puestos de trabajo, cuando tantas otras empresas están en grave crisis. Fiat, a su vez, tampoco acepta el otro punto del proyecto, en el cual se habla de poner en paro forzoso pagado a 24.000 trabajadores durante dieciocho meses, pero no siempre los mismos. Agnelli desea que sean siempre los mismos, porque de este modo -según los sindícatos- desea deshacerse de unos miles de obreros que «crean mayor conflictividad» dentro de la empresa.

Por otra parte, mientras Fiat acusa a sindicatos y Gobierno, dentro de los sindicatos nacionales empiezan a presentarse síntomas de graves divergencias, ya que éstos reconocen que también han tenido su parte de culpa en la actual crisis de las empresas italianas, por no haber sido lo suficientemente duros con el absentismo y la conflictividad.

Para mañana se espera con mucha atención la presencia de Enrico Berlinguer -secretario general del Partido Comunista italiano- en Turín, como demostración de la gravedad de la situación. No se excluye que Berlinguer pida la caída del Gobierno Cossiga; pero, en este caso, la polémica con los socialistas se hará aún más dura, ya que estos piensan que los comunistas desean que caiga este Gobierno, precisamente porque es el primer Gobierno con participación socialista después de la experiencia del centro-izquierda.

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