La otra España de Arturo Soria
He leído con gran emoción el Recuerdo y semblanza de Arturo Soria y Espinosa, por Enrique Montero, publicado en su edición del día 6 de este mes. Sí, todos tenemos que decir «gracias por Arturo». En su alma está todo lo grande, noble y generoso del espíritu español. El que uno de aquellos españoles que tenían el ideal y el sueño que trajeron la Segunda República. Sus ídolos fueron García Lorca, Valle-Inclán, Antonio Machado,Pasa a página 12
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Corpus Barga, Jiménez de Asúa, Sánchez Román, Antonio Espina y su querido maestro, Ortega y Gasset. Tuve el privilegio de ser su amigo en los últimos siete años de su vida y conocer cómo se sentía y su dolor por lo ocurrido en los cuarenta años del franquismo. Ya su España era otra. Recordaba a Margarita Xirgu, en Chile, y a Fernando Díaz de Mendoza cuando, a la puerta del teatro María Guerrero, lloraba por su esposa, la gran mujer que fue una de las actrices más geniales de su tiempo. Ya su España era otra.
En uno de nuestros muchos paseos por las calles de Madrid y el Retiro me decía: « Es que antes, en España, siempre había alguien que podía considerarse "la máxima autoridad". En música, allí estaba Manuel de Falla; en el teatro, Federico García Lorca, mi entrañable amigo; en literatura, hombres como Valle-Inclán, Pío Baroja, Miguel Hernández, el propio García Lorca y Antonio Machado; en la universidad, hombres como Fernando de los Ríos; en biología, Ramón y Cajal; en filosofía, Ortega y Gasset; en periodismo, Corpus Barga; en jurisprudencia, Jiménez de Asúa». En el Gijón y la cervecería de Correos recordaba a una infinidad de amigos que formaban parte de la cultura de su tiempo. En los cafés, cuando veía un grupo de jovencitas fumando, se levantaba para advertirles el daño que el tabaco les podía hacer a ellas y a sus futuros hijos.
Siempre estaba alerta de todo y con la esperanza de que esa «luz de la tradición liberal española» a que se refiere Enrique Montero volviese a la España que él tanto quería. ¡Qué bien se podrían aplicar a Arturo Soria estas líneas de Antonio Machado!: «Pero mi verso brota / de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso, / que sepa su doctrina, / soy, en el buen sentido / de la palabra, bueno».
Sus amigos así lo recordarán siempre, como un hombre bueno./
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