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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Crisis y nuevo orden económico internacional

Me atrevería a recomendar muy vivamente a los forofos del «Informe interfuturos» de la OCDE la lectura del estimulante libro de M, Bedjaoui, titulado Hacia un nuevo orden económico internacional, editado en 1979 por la Unesco y la Editorial Sígueme, para los países de habla española. El «interfuturos» y el libro de Bedjaoui son como la cara y la cruz de una moneda. Frente al lenguaje aséptico del burócrata ilustrado, el embajador de Argelia ante las Naciones Unidas es portavoz le la denuncia tercermundista contra el imperialismo. Las consideraciones que siguen han ido surgiendo al hilo de la lectura del libro sobre el nuevo orden económico internacional (NOEI).1. Destaca el modo radicalmente diferente de encarar y diagnosticar el actual desorden económico mundial. La literatura económica convencional trata, por todos los medios, de convencernos de que la crisis actual se circunscribe a un problema de precios del petróleo, desencadenado por los países de la OPEP, que hacen de malos de la película, siendo las víctimas los países industrializados. Pero las raíces reales son más profundas. Nos encontramos ante la impugnación de un orden económico internacional, basado en la explotación imperialista de las riquezas del Tercer Mundo. Ese orden económico injusto ha permitido la industrialización de unos países, a costa del subdesarrollo de otros. Hoy, sin embargo, el movimiento de descolonización económica, que ha seguido al acceso a la independencia política de muchos países, plantea como primera reivindicación el derecho a disponer de los propios recursos. Significa el principio del fin de una época dé industrialización occidental acelerada, basada en la amplia disponibilidad de materias primas baratas. He aquí una de las claves de la crisis, con la particularidad de que los malos de la película, vistos desde el otro lado del telón del subdesarrollo, son los acusadores.

2. La conmoción del petróleo ha puesto de manifiesto el poder que confiere controlar una materia prima importante. El petróleo, sin embargo, es una fuente de energía predominante hoy, pero pasajera en una perspectiva histórica. Lo que no pasa nunca es la necesidad de alimentarse. Mucho más importante que controlar el petróleo es mandar en el mercado de alimentos. Se está olvidando el carácter permanentemente estratégico de la producción de alimentos. El food power está hoy en manos de Estados Unidos, de

quien dependen tres cuartas partes de la población mundial, para su abastecimiento de cereales. Aquí tenemos otra de las claves para entender quién manda en el mundo y quién impone las reglas de juego en la actualidad. «Junto al arma nuclear», dice Bedjaoui, «el grano de trigo pasa a ser un producto estratégico de primera importancia para quien pueda disponer de él». Aquí parece que olvidamos esos temas, como si fueran problemas de otros. Veremos en el futuro las consecuencias. Lo que está claro es que el NOEI no puede basarse en la concentración del consumo en la zona industrializada del mundo ni en el acaparamiento de materias primas por parte de los países ricos.

3. La situación de muchos países subdesarrollados, todos los no poseedores de materias primas, se ha agravado durante la actual crisis económica. Ha disminuido la ayuda al desarrollo, los déficit de las balanzas de pagos son insostenibles, y el endeudamiento exterior los coloca al borde de la quiebra. Es una nueva manifestación del injusto orden vigente. Orden que debería ser sustituido por otro, orientado hacia un desarrollo integrado del planeta, optimizando a nivel mundial (no de cada país) el uso de los recursos, en solidaridad de unos países con otros y de las generaciones actuales con las futuras.

4. El Tercer Mundo parece dispuesto a dar pasos hacia un NOEI, tras la impugnación del actual, hasta el punto de colocarlo en crisis. El problema estriba en que el imperialismo no cederá por las buenas su terreno. Puede que intente llegar a un arreglo chapucero en los foros internacionales y que lo consiga. Puede suceder también que al verse acorralado reaccione virulentamente. La historia enseña que el capitalismo ha resuelto las grandes crisis económicas con guerras. Debería ponerse todo el empeño en alumbrar por otros cauces un NOEI «¿Acaso lo esencial», se pregunta Bedjaoui, «no consiste en descartar la perspectiva de una gigantesca catástrofe, a la cual podemos llegar si los egoísmos graníticos de las potencias ricas obnubilan el juicio, hasta el punto de inspirar una actitud conservadora y suicida?». Ahí están los dos caminos: el de la negociación y el acuerdo, por un lado, y el de la violencia, por otro. La razón se inclina por el primero. El poder, cuando no tiene fuerza de la razón, se siente tentado con frecuencia a utilizar la razón de la fuerza.

Laureano Lázaro es profesor de Estructura Económica de España en la Universidad Complutense.

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