El regreso del PNV

LAS INFORMACIONES que hoy publica EL PAÍS sobre un pronto regreso de los parlamentarios del Partido Nacionalista Vasco a las Cortes Generales son absolutamente congruentes con el desarrollo general de los acontecimientos tanto en el País Vasco como en el resto de España. El inminente pacto de legislatura de UCD con la Minoría Catalana daría así su primer e importante fruto.Por lo demás, la circunstancia de que algunos de los argumentos empleados para justificar el retorno fueran ya válidos desde la constitución del Parlamento y el Gobierno de Euskadi sólo puede servir para ilustrar el retraso que suele producirse entre los cambios históricos y la capacidad de los políticos para registrarlos y obrar en consecuencia. Que el PNV no es el único representante del espíritu del Estatuto de Guernica y el único guardián de su letra, pese a su fuerte implantación electoral y social. en Euskadi, y que corresponde a las instituciones vascas, como tales, esa misión, era evidente desde hace varios meses. Al igual que era también diricilmente discutible que las elecciones de marzo en el País Vasco y en Cataluña, con el triunfo en las urnas del nacionalismo moderado del PNV y de Convergencia, estaban destinadas a producir transformaciones sustanciales en el mapa político de toda España.

De otro lado, el PNV ha empezado a sufrir en su propia carne las heridas del absentismo político, expresado con el boicoteo de los diputados de Herri Batasuna al Parlamento vasco y con la amenaza de retirada de los concejales de la oposición en el Ayuntamiento de Bilbao. El juego democrático es incompatible con la estrategia de romper la baraja o retirarse de la mesa de juego cuando los naipes no son favorables. La capacidad de permanecer en minoria sin tirar las cartas es precisamente lo que distingue a los demócratas de los que no lo son.

El abandono, en el mes de enero pasado, del PNV pudo ser explicado por motivos electorales, dada la inminencia de los comicios de marzo y por una sincera decepción ante el eventual incumplimiento por el Gobierno de los compromisos negociados en el momento de la discusión del Estatuto de Guernica. Desaparecidas las conveniencias electorales, ni siquiera la razón que pudiera asistir al nacionalismo vasco moderado en sus acusaciones contra el Gobierno justificaría el boicoteo indefinido a las Cortes Generales, ámbito privilegiado para que los diputados y senadores vascos puedan defender sus posiciones.

En cualquier caso, y mirando hacia el futuro, parece obligado señalar que el regreso de los parlamentarios del PNV a las Cortes Generales es una de las mejores noticias que podrían escucharse en vísperas de la reanudación de las actividades parlamentarias. El nacionalismo vasco necesita de las Cortes Generales y del Gobierno para que la letra y el espíritu del Estatuto de Guernica se apliquen y para que las instituciones de autogobierno vascas se consoliden. Y los demás españoles precisan de la colaboración del PNV para que la democracia en este país se mantenga y se consolide.