Todos los muertos
Leo en la Prensa una esquela mortuoria, en la cual José Antonio Girón recuerda la muerte decuatro miembros de la familia de su esposa , tres de ellos «asesinados en Bilbao por los marxistas-separatistas vascos», y el otro, «en la checa comunista de Madrid, tras ser sometIdo a tortura».Nada más piadoso, si en ese recuerdo tiene alguna participación la cruz que encabeza la mencionada esquela. Pero, desde un punto de vista puramente español, estoy segura de que muchos se preguntarán, como yo me pregunto, si el señor Girón no contribuiría más eficazmente a la pacífica convivencia entre los españoles dedicando una pequeña parte de sus cuantiosos bienes a la publicación de esquelas mortuorias consagradas a recordar a los no pocos muertos a mano armada en Herrera del Pisuerga y en Valladolid y su provincia, durante los años de nuestra guerra civil. Porque, se me ocurre a mí, también estos muertos tienen derecho a que se desee, como en la esquela citada se dice, «que su sacrificio no resulte estéril».
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