Viajes "oficiales"
Me entero, con asombro, de las extraordinarias medidas tomadas por Renfe para evitar a la esposa del presidente Suárez, en su viaje en tren desde Galicia a Madrid, un posible retraso. Estas medidas consistieron en el acoplamiento al tren de una máquina suplementaria; la disposición, en diferentes puntos del recorrido, de otras máquinas y personal, en previsión de posibles averías, y el retraso e incluso la supresión de otros trenes, para dejar paso al de la señora de Suárez.Parece ser que en el viaje de Madrid a Galicia, el tren de la señora de Suárez había sufrido un ligero retraso y los directivos de Renfe querían evitárselo a la vuelta.
¿Qué hace Renfe para mejorar el servicio y evitar los ligeros, y menos ligeros, retrasos que sufrimos todos los viajeros? Nada, absolutamente nada; pero a la señora de Suárez había que evitárselo, aun a costa de graves perturbaciones y molestias a los otros usuarios de un servicio público.
Aparte de eso, en las actuales circunstancis del país, sumido en la crisis económica, con fuertes campañas oficiales en favor del ahorro por parte de los ciudadanos, el extraordinario gasto que conllevan estas excepcionales medidas supone un insulto a todos los españoles. Recordemos que Renfe es un servicio público, con un déficit anual que cubrimos todos los españoles. Pagar con el dinero de nuestros impuestos el gasto de un viaje particular, por muy pública que sea la personalidad del viajero (y no lo era), supone una falta de respeto a los contribuyentes.
Si estamos en un país democrático y se desea que los españoles paguen sus impuestos sin protestas, es preciso que el dinero obtenido con ellos se utilice en mejoras de la calidad de vida y en servicios de utilidad pública, no en la comodidad de nuestros gobernantes y sus familiares.
El servicio especial de Renfe para la señora de Suárez, el helicóptero para Suárez, la superabundancia de aviones para los desplazamientos de los ministros, etcétera. ¡Ya está bien, señores del Gobierno! ¡Ya está bien, señores de UCD! La paciencia de los ciudadanos tiene un límite, y me temo que ya se está llegando a él./
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