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Reportaje:

Presiones de la RFA para que España retire la candidatura a la presidencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas

La candidatura de España a la próxima presidencia de la Asamblea General de las Naciones Unidas constituye, a tan sólo quince días de la votación definitiva, una incógnita, que el Gobierno de Madrid deberá desvelar en los próximos días. Esta incertidumbre de última hora, que se ha convertido en el primer tema de conversación diplomática en la ONU, se debe esencialmente a las presiones que la República Federal de Alemania ejerce sobre España para que se retire en favor del candidato del Gobierno de Bonn y a la eventual puesta en marcha de una nueva combinación de embajadores hispanos, que podría afectar a la misión de Nueva York.

Aunque de momento España mantiene oficialmente la candidatura a la presidencia de la Asamblea General de la ONU, que fue presentada por Madrid en octubre de 1978, parece increíble que el Gobierno español no haya clarificado definitivamente su posición en los medios diplomáticos y haya realizado toda una operación de contactos encaminada a asegurar al candidato y embajador de España ante la ONU, Jaime de Piniés, el mayor número de votos posible en la nominación, prevista para el próximo día 16 de septiembre. Lo que es peor ante esta incertidumbre diplomática, con la candidatura hispana en vigor, en Madrid han comenzado a circular rumores sobre una nueva combinación de embajadores, en la que el actual representante ante el Gobierno belga, Nuño Aguirre de Cárcer, aparece como aspirante al puesto de las Naciones Unidas.¿Por qué España presentó su candidatura en 1978 y ahora el Gobierno duda si la mantiene o no? La razón primera es bastante simple: los nueve países de la CEE la quieren para la República Federal de Alemania y desean que España abandone, igual que lo hizo en 1975, en favor de Luxemburgo, gracias también a las peticiones y presiones de los nueve de la CEE, que, dicho sea de paso, no se puede decir en absoluto que sean grandes aliados de España, a la vista del parón que Francia (con el consentimiento de Bonn y de otras capitales comunitarias) ha impuesto al proceso de integración de la Península Ibérica en la CEE.

Cuestión de prestigio

En segundo lugar aparece el terna del sistema de elección de esta presidencia, que cada cinco años corresponde al llamado grupo de países europeo-occidental. En general, cada grupo de países presenta, por consenso, un solo candidato, que luego aprueba o aclama la Asamblea, pero puede darse el caso de que sean dos o más los países que aspiren a la nominación, y entonces será la Asamblea la que, por mayoría simple y en voto secreto, dilucide el debate. Se argumenta en Madrid que no está bien que España debata con los europeos un tema como este ante la Asamblea, pero la cuestión de antes surge de nuevo: ¿por qué no se retira Alemania Occidental? A esta interrogante los responsables de Bonn responden que para ellos -como para los españoles- es una cuestión de prestigio y que además piensan que cuando le toque el turno a la Europa del Este será la República Democrática Alemana la que reciba la nominación, lo que incidiría en el contencioso interalemán.La única salida posible a estas alturas sería el compromiso político hispano-comunitario. Está por decidirse también en octubre próximo la nominación de dos puestos, correspondientes al bloque occidental europeo, para el Consejo de Seguridad de la ONU. A él aspiran Turquía, Grecia, Malta e Irlanda, que es el candidato de la CEE. Si la Comunidad asegurara a España esta segunda nominación, excluyendo a Irlanda, podría entenderse la cesión por Madrid de la presidencia de la Asamblea, pero hasta el momento lo único que se sabe es que la CEE mantiene su doble aspiración germano-irlandesa a los dos foros citados. ¿Qué hará Madrid? No se sabe con seguridad; de momento, la candidatura hispana sigue su curso oficial, al igual que se mantiene la anunciada visita a Nueva York del presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.

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