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LA LIDIA: OCTAVA CORRIDA DE LA FERIA DE BILBAO

El sueño de Ruiz Miguel y la siesta de Angel Teruel

Todo espada tiene el sueño de que le salga la res ideal para componer las más clásicas y bellas suertes del toreo. En la inquietud de vísperas, como un claro entre los negros presagios, aparecen ese toro y esa faena cumbre llamados a pasar a la historia de la fiesta. Ruiz Miguel, que ha de tener esos sueños con mayor intensidad que los demás diestros, los ha hecho realidad en Bilbao.Es Ruiz Miguel el héroe de las gayumbadas, de los peligros todos, que sortea y vence con técnica, valor y bizarría. Sus actuaciones se construyen en un campo de miedo y zozobras, y en ellas siempre sale triunfante. Su sueño es que le salga ese toro pintiparado para hacer arte. Y ya ha ocurrido. Nada menos que por tres veces en esta feria. El jueves fue el Victorino fantástico. Ayer, dos Buendías de caramelo.

Plaza de Bilbao

Octava corrida de feria. Toros de Joaquín Buendía, bien presentados, desiguales de cabeza, con algunos sospechosos de pitones; muy flojos, manejables. Angel Teruel: media trasera, rueda de peones, intenta el descabello, seis pinchazos, aviso y cuatro descabellos (bronca). Bajonazo (petición y vuelta con algunas protestas). Ruiz Miguel: estocada corta atravesada y descabello (oreja). Pinchazo hondo, caído, rueda de peones y cuatro descabelles barrenando (vuelta). Mario Triana: tres pinchazos y estocada aguantando (silencio). Tres pinchazos, otro hondo y rueda, de peones (vuelta por su cuenta).

Pero con esos Buendía, Ruiz Miguel no ha sido el de siempre. Sobrado de valor y de entrega, le faltaba toro. Sus muletazos se sucedían sin sabor y sin acento. Pases y pases, sólo eso. En la primera faena, casi todos circulares; en la segunda, destemplados. Y unos y otros se difuminaban en las sombras de la vulgaridad. Quizá el destino de Ruiz Miguel sea encontrarse siempre con el torazo peleón aureolado de tragedia, para mantener ese sitio primero que ocupa y que tiene ganado a ley. El toro bueno, la golosina, la posibilidad de crear arte, no están, de momento, en su camino.

Teruel también sueña con el torito de mazapán, pero a veces no se despierta. Ayer no despertó de la siesta y llegó a la plaza dormido. Su primer Buendía era un toro más. Bueno, quizá no el adecuado para quedarse confiadamente quieto en cada embestida, pero tampoco se trataba del barrabás. Sin embargo, lo trasteó a la defensiva durante dos minutos e intentó matarlo durante diez. Teruel seguía dormido a la altura del cuarto de la tarde. La faena que le administraba al Buendía manejable era superficial. Hasta que el toro le tiró un gañafón y le arrancó el chaleco. Con este susto, se despertó Teruel y allí nos despertamos todos, que también nos habíamos dormido.

Los Buendía salieron bien presentados, dentro de la línea recortada que es propia de su casta; muy desiguales de cabeza, pues mieritras unos eran cornalones y astifinos, otros presentaban en sus astas muy sospechosas terminaciones; tremendamente flojos, de tal forma que con varios de ellos la suerte de varas fue un puro simulacro, y manejables en general. En conjunto, una corrida bonita de tipo y vulgar de comportamiento, que podría resumirse como fácil para los toreros.

Aunque, naturalmente, fácil sólo para aquellos que tengan valor y técnica, lo cual no parece ser el caso de Mario Triana. Este espada desengañó e hizo malo al tercero, por no aguantarle las embestidas, y desaprovechó la clase excelente del sexto, al que hizo una faena interminable, deslavazada y vulgar. Ni siquiera tiene Mario Triana la excusa de poder decir que no se despertó de la siesta, como Teruel, y nos tenemos que tampoco es un diestro, del corte de Ruiz Miguel, que necesite el torazo duro para demostrar su poderío. Más bien sus arrestos nos parecen escasos. Y el valor justito, con poco arte, no hacen torero.

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