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Solamente el 40% de las plazas escolares madrileñas serán totalmente gratuitas este año

Cuando a mediados del próximo mes de septiembre empiece el curso escolar, toda la población infantil madrileña: 463.224 niños, contará con una plaza en la que proseguir o iniciar sus estudios. Sin embargo, lo que también van a encontrar muchos de ellos -casi el 60%- es que esa plaza no es gratuita, y que los desplazamientos hasta encontrarse con su pupitre serán largos y pesados, en muchos de los casos, y, quizá lo peor, que este año no se ha invertido ni una peseta en mejorar los niveles de calidad de la enseñanza ni las condiciones en que ésta se imparte en muchos de los centros.

La única variación respecto a la situación del año anterior consiste en la entrada en funcionamiento de 10.000 nuevos puestos escolares, producto del convenio firmado en abril de 1978 entre el Ayuntamiento madrileño y el Ministerio de Educación. Estos nuevos colegios nacionales están situados en barriadas de los distritos de Ciudad Lineal, Fuencarral, Latina, Retiro, San Blas, Carabanchel, Moratalaz y Salamanca.A juicio del concejal de Educación, Alfredo Tejero, la situación no ha variado sustancialmente respecto al año anterior, aunque se sigue incumpliendo el principio constitucional de que todo niño tiene derecho a la enseñanza gratuita. «El ministerio puede responder siempre que el problema de las plazas está cubierto. Y es verdad porque, de hecho, hay más puestos escolares que niños. Pero en casi un 60% de las plazas, los padres de los niños tendrán que pagar si quieren que sus hijos continúen sus estudios».

Las relaciones entre el municipio y el ministerio han estado congeladas durante todo el curso pasado, pese a las reiteradas invitaciones del alcalde para que las conversaciones entre ambos organismos se reanudaran y los problemas escolares no se agudizaran para el próximo curso. La respuesta ha llegado muchos meses después, y en los primeros días de septiembre el delegado provincial de Educación se entrevistará con el concejal Alfredo Tejero para elaborar un plan de actuación que cubra las necesidades de Madrid para los próximos tres años.

Este plan -al menos, por lo que al ayuntamiento se refiere- intentará acabar con el déficit de plazas que existe en algunos distritos y que perjudica a un alto número de alumnos, que inevitablemente tendrán que sufrir largos desplazamientos. En estos momentos, según datos de la delegación municipal de Educación, el déficit afecta a siete distritos madrileños. El más afectado es Moratalaz, con 13.787 niños sin plaza en su distrito y que tienen que ir a otras zonas. Con este mismo problema están los distritos de Ciudad Lineal (8.511 plazas menos), Latina (con 2.952), Fuencarral (con 2.221), Mediodía (con 1.770), Tetuán (con 1.818) y Retiro (con 203 plazas menos que niños). Como contrapartida, los distritos con exceso de puestos escolares son Chamartín y Moncloa, mientras que el resto tiene una oferta paralela a la demanda.

El problema que se les plantea a los padres afectados se soluciona con que el niño utilice transporte escolar, pagado por el Ministerio de Educación, o por el contrario, que elija un colegio privado, próximo a su domicilio, en el que tendrá que renunciar a la gratuidad.

Los datos elaborados por el ayuntamiento madrileño afirman que casi un 60% de los colegios en los que se imparte enseñanza general básica -para niños de seis a catorce años- son de propiedad privada, bien de particulares o bien de órdenes religiosas. Prácticamente, la totalidad de estos centros cuentan con algún tipo de subvención. Concretamente, en el caso de Madrid, un 24% de ellos tienen una subvención del 100% y los padres de los niños solamente tienen que desembolsar una cantidad simbólica, que está en torno a las cuatrocientas pesetas. En los restantes casos, la ayuda estatal solamente cubre el 75% o el 50%. El resto tienen que sufragarlo los padres de los estudiantes.

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Preescolar: pocas plazas y ninguna subvención

El primer problema que plantea la escolarización de los niños de cuatro y cinco años es la falta de subvención que hay en todos los centros de preescolar. Esta dificultad desanima a muchos padres a llevar a sus niños de corta edad al colegio, y, cuando pretenden conseguir plaza para iniciar la EGB, se encuentran con que los niños que han hecho los cursos de preescolar en el centro tienen prioridad sobre los que empiezan a estudiar.

Sin embargo, esta obligatoriedad de preescolarizar a los niños no se encuentra correspondida con la facilidad que cabría esperar a la hora de encontrar plaza. Así, si en EGB se puede llegar a encontrar un puesto para los niños, en preescolar existe un déficit global -incluyendo enseñanza estatal y privada- de 10.586 plazas, pese a las previsiones de nuevas plazas que entrarán a funcionar este próximo curso. Estas quedarán situadas en el barrio de Castillares, de Ciudad Lineal (320 puestos), y en el barrio de Vinateros, de Moratalaz (otros 320).

La falta de plazas de educación preescolar en muchas barriadas madrileñas, especialmente en las de la periferia, incide desfavorablemente en el desarrollo del trabajo de la mujer fuera de la casa, ya que a muchas no les compensa e desembolso económico que tienen que realizar para llevar al niño a un colegio o, si están dispuestas a pagar, pueden llegar a encontrarse con la desagradable sorpresa de que no encuentra el sitio necesario.

La polémica entablada a principios del curso pasado entre el ministerio y el ayuntamiento llevó a asegurar a este último organismo que muchas de las plazas que se contabilizaban como utilizables por los escolares estaban en colegios cuya estructura física puede ser más que criticable (algunos de los situados en el casco antiguo de Madrid). Hay otros con sistema de calefacción deficiente, con goteras, falta de espacio físico y de zonas en las que los críos puedan jugar tranquilamente. Los mismos nuevos colegios, a juzgar por lo ocurrido el pasado curso, empezaron a funcionar sin reunir todos los requisitos necesarios. Concretamente, en el barrio de San Blas, fueron múltiples las quejas de los padres que se lamentaban de que sus niños estuvieran recibiendo clases en locales que no estaban totalmente terminados y en los que la lluvia y el frío entraban sin ninguna clase de consideración.

Con todos estos elementales problemas sin resolver, el plantearse una mejora en la calidad de la enseñanza que se imparte en los colegios nacionales tiene todo el aspecto de ser un tema a tratar muy a largo plazo. Mientras tanto, es de esperar que este año, como los anteriores, las quejas de los padres empiecen a surgir paralelamente con el comienzo del curso escolar.

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