La agricultura y EL PAÍS
El editorial del 31 de julio «La cosecha del siglo», confirma, una vez más, la falta de calidad, la chabacanería, el poco interés por el trabajo bien hecho, que muestra la redacción de EL PAÍS, y, como consecuencia, la comodidad que para ella representa transcribir lo que «facilitan» unas veces los autodenominados grupos de izquierdas; otras, los fabricantes de harinas o las multinacionales interesadas en vendernos los productos que el agricultor se ve obligado a tirar por falta de compradores.Aun siendo así, ¿cómo se pueden ignorar tantas cosas? Los precios pagados por los agricultores (semillas, abonos, tractores, cosechadoras, gasóleo, etcétera), subieron más del 40% durante el último año. A los trabajadores del campo se les prohibe acogerse al seguro de paro. Las rentas agrícolas, aun en este año de buenas cosechas, son inferiores a las de cualquier otro sector o grupo. Si el Senpa dejara de comprar todo el trigo y volviéramos a lo que el editorial denomina «mercado entre la oferta de los productores y los fabricantes de harina», tendríamos que importar todo el trigo que consumiéramos, a precios más caros, mientras nuestras tierras cerealistas quedarían improductivas. ¡Qué regalo para las multinacionales que controlan dichas importaciones!
Inexplicablemente, una subida de 1,50 pesetas en el kilo de trigo es aprovechada para subir en más de siete pesetas el kilo de pan. Así hemos llegado a que, actualmente, son necesarios cuatro kilos de trigo para comprar uno de pan, cuando de siempre, el precio de ambos productos ha sido el mismo.
Y, sin embargo, el periódico progre e independiente de España ignora todo esto en su editorial.
Al desencanto producido por la actuación de partidos y sindicatos, añadimos la desilusión que causa la mediocridad de la Prensa que nos trajo la democracia. /
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