Madrid, corte de los milagros
Madrid está avanzando aceleradamente hacia lo que siglos atrás se denominó en París la «corte de los milagros».Aceras ocupadas por tenderetes, en donde se ofrece abigarrada mercancía; mendigos profesionales: cojos, mancos, tullidos, con niño o sin niño, vociferando cantinelas, como en los mejores tiempos de la picaresca hispánica; vagabundos yaciendo en posturas inverosímiles en bancos públicos o en el suelo de los pasadizos subterráneos, acceso obligado al Metro; jóvenes conjuntos musicales que durante unas horas, interpretan la música de moda para sacar unas monedas; parados con un memorial escrito, en donde se detallan sus desventuras; jóvenes quinceañeros de ambos sexos, comprando, vendiendo y consumiendo drogas, ante la forzosa indiferencia de niños y adultos. Todo esto, ante un ambiente de suciedad, con un suelo cubierto de papeles y basura, con unas paredes cubiertas de pintadas y de carteles.
¿Adónde vamos a parar? ¿Quién se preocupa de esta situación, que indica una degradación del medio social en el que nos movemos? Porque lo triste es que no se observa ninguna reacción civilizada por parte de los ciudadanos ni por parte de las autoridades o de los políticos. En este medio ambiente no es extraño que se fomente la delincuencia a todos los niveles y que ésta aparezca en forma cada vez más virulenta.
Para salir de esta trampa a que se halla abocada nuestra sociedad habría que iniciar una campaña en la que participarán políticos, autoridades y ciudadanos de a pie. Empleo comunitario, uso racional de las instituciones asistenciales, presencia en la calle de guardias de barrio, policías municipales, serenos (¿qué ha pasado con la tan prometida vuelta de los serenos?), campañas de educación cívica para convencer a la gente de que la ciudad es un medio ambiente que hay que mantener limpio y ordenado. Todos estos son algunos de los medios que habría que poner en marcha si no queremos que nuestra ciudad sea cada vez más inhabitable./
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