La herencia de Watergate
( ... ) Generalmente, en coincidencia con una cita electoral más o menos cercana, el escándalo es el arma más eficaz, la que mejor puede descalificar al oponente. Más que los errores en la gestión política y las evidencias de mal gobierno, cuya percepción permanece casi siempre en círculos restringidos, los trapos sucios son fácilmente digeribles por una inmensa mayoría, de comercial ización segura ante una opinion pública que es victirna y verdugo en el cambio de reglas de juego al que asistimos en la Política.La política occidental vive en la estela de Watergate. La demostración de culpabilidad del presidente Nixon en el mal uso de sus poderes puede, ciertamente, haber contribuido a moralizar la política o, al menos, a que los políticos actúen con más cuidado. Pero además, porque Watergate supuso la realización de lo que parecía imposible, aquel escándalo hizo colgar una espada de Damocles de investigaciones privadas, informes confidenciales y secretos a voces sobre cualquier político en ejercicio. Porque la corrupción es mayor o porque la política es menos secreta, el escándalo es hoy el común denominador en diversos países.(...)
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