76 personas encontraron la muerte en la estación de Bolonia
Una potente explosión destrozó ayer, a las 10.25 d e la mañana, el ala derécha de la estación ferroviaria de la localidad italiana, provocando al menos 76 muertos y más de un centenar de heridos, algunos de los cuales se encuentran en estado de suma gravedad. Por lo que se cree puede aumentar en las próximas horas el número de fallecidos. La explosión afectó a la sala de espera y al bar, y provocó el desprendimiento de un muro de cincuenta metros de longitud, algunos de cuyos fragmentos cayeron sobre el tren que une Bolonia con Suiza, que en esos momentos salía de la estación. Aún sin confirmación oficial, se barajan las hipótesis de la explosión de una caldera, situada debajo de la sala de espera o de un atentado terrorista.
A las 10.25 de la mañana de ayer, las agujas de todos los relojes de la estación ferroviaria de Bolonia se pararon como consecuencia de la violenta explosión que destruyó el bar y las salas de espera.Ante escenas alucinantes y con un calor abrasador, los bomberos, soldados, carabineros y enfermeros enviados rápidamente al lugar del suceso, bañados en sudor y con máscaras de protección, se apresuraron a rescatar los cadáveres sepultados entre los escombros, más de setenta, ayudados por dos potentes grúas, encargadas de retirar enormes bloques de piedras y hormigón.
Las diversas vías afectadas por la explosión eran atendidas por técnicos ocupados en la labor de despejar cuanto antes la estación e intentar normalizar el tráfico ferroviario. Enormes vidrieras cayeron hechas añicos y los pilares se desplomaron sobre las vías.
En los accesos a la estación, agentes de la policía prohibían el paso a cualquier curioso y tan sólo abrían elcordón de seguridad al incesante ir y venir de ambulancias y vehículos de bomberos.
Los comunistas madrugaron en su enjuiciamiento del atentado, y detrás de los curiosos que se agolpaban junto a los policías, colocaron algunos carteles relativos al atentado, el 4 de agosto de 1974, del tren Italicus (de Roma a Munich), que hizo explosión en la región montañosa de Val di Sambro, debido a un atentado que fue obra de los neofascistas. Tales carteles aludían a que el sello de la explosión de Bolonia tiene también la marca de la violencia ultraderechista.
A pesar de la no confirmación oficial, los neofascistas han reivindicado el atentado en dos llamadas anónimas a la agencia Italia y al diario La Repubblica.
Por el momento, la hipótesis oficial no descarta que la explosión se deba al estallido de una caldera. El ingeniero Felice Mossini, responsable de la red norte de las líneas ferroviarias italianas, declaró que no notó nada anormal en el subsuelo de la sala de espera. Los técnicos de la estación boloñesa afirmaron, por su parte, que el funcionamiento de las calderas era normal.
Por su parte, el presidente de la República Italiana, Sandro Pertini, suspendió ayer sus vacaciones en Selva di Val Gardena, al norte de Italia, para trasladarse a Bolonia.
Pertini viajó al lugar de la catástrofe en un helicóptero de los carabineros.
Asimismo, el grupo comunista en el Senado presentó ayer una moción acerca de que «toda información sobre la tragedia de Bolonia sea comunicada de inmediato al Parlamento». El Gobierno hizo saber que mañana dará una comunicación especial al Senado sobre las circunstancias de la explosión.
Efectivamente, una caldera estaba alojada justamente debajo de la sala de espera, centro de la explosión. A pesar de que tal hipótesis parece poco plausible, algunos miembros del equipo de rescate manifestaron que los heridos declararon que antes de la detonación sintieron un fuerte olor a gas.
La hipótesis del atentado se basa en que el «accidente» ocurrió en vísperas del sexto aniversario de la catástrofe del tren Italicus, en el que una bomba provocó la muerte de doce personas, y cuya investigación proseguirá en las próximas semanas.
La deflagración fue especialmente violenta y tuvo un alcance de cincuenta metros en el ala derecha de la estación.
Además de afectar a tres plantas de la estación y a la cafetería y sala de espera de los pasajeros, algunos bloques de piedra cayeron sobre el tren Ancona-Basilea, que en esos momentos iniciaba su salida de la estación.
Las primeras imágenes transmitidas por la televisión mostraban un espectáculo dantesco; entre grandes bloques de piedra, hierros retorcidos y montañas de escombros, los equipos de salvamento se movían incesantemente ante las continuas llegadas de ambulancias. Por su parte, todas las emisoras de radio comenzaron a difundir llamamientos a todos los médicos disponibles en la ciudad, para que se trasladaran al lugar de la catástrofe, reclamando, igualmente, donaciones de sangre.Reivindicación neofascista
El grupo terrorista neofascista Núcleos Armados Revolucionarios (NAR) reivindicó el atentado, tres horas después de la explosión, en una llamada anónima al diario La Repubblica. «Reivindicamos el atentado de la estación de Bolonia», dijo. «Honor al camarada Mario Tuti», e inmediatamente colgó el comunicante anónimo.
Mario Tuti es uno de los cuatro inculpados en el proceso del atentado contra el tren Italicus. Funcionarios de la policía antiterrorista (DIGOS) declararon que no daban excesivo crédito a esta llamada.
Cuatro horas después de esta primera reivindicación, un nuevo portavoz anónimo de los NAR reivindicó el atentado en una llamada telefónica a la agencia de prensa Italia.
De confirmarse la tesis del atentado, se trataría del acto terrorista más grave de la posguerra, y el mayor episodio de lo que se llama en Italia la «estrategia de la tensión».
También, un desconocido diciéndose miembro de las Brigadas Rojas, y de la Columna Walter Alaisia, telefoneó a Radio Popolare, emisora independiente de Milán, y afirmó que su organización no tenía nada que ver con la explosión.
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