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EDUCACIÓN

El Gobierno francés quiere una universidad mas tecnocrática

La reorganización de la universidad francesa, en la que se inscribe el recorte «mortal» de la enseñanza del español, es la más importante tras la que realizó, en 1968, el entonces ministro de Educación, Edgar Faure. De hecho, estiman los análisis eróticos, se trata del «asesinato» de aquella ley universitaria que, forzada por la «revolución» de mayo, instauró la autonomía de los centros de enseñanza superior. Por su parte, a largo plazo, lo que parece ser pretende el Gobierno consiste en orientar la labor de la universidad en función de las necesidades e intereses de la sociedad posindustrial tecnocrática que ilustra el giscardismo.

La era de la enseñanza universitaria francesa provocada por la contestación global de mayo de 1968 ha llegado a su término. Tras el susto de las barricadas de aquel mes legendario, el general Charles de Gaulle, que en un principio no comprendió nada de lo que ocurría, atisbó poco después la noción de «descentralización» como panacea salvadora del futuro.El mismo iba a cavar su propia tumba política con el referendo sobre la regionalización que debía poner punto final al centralismo napoleónico. En materia de enseñanza, le encargó a Edgar Faure la redacción de una ley universitaria fundada en la descentralización y, además, en la autonomía de cada universidad. A partir de esa ley (que en España se pretendió copiar posteriormente) surgieron universidades y centros de enseñanza superior en todo el hexágono galo. En la actualidad existen 76 unidades de enseñanza superior como consecuencia del despliegue favorecido por la ley antedicha. Cada uno de estos centros imparte enseñanzas diversas que intentan coincidir con las necesidades culturales y profesionales consideradas coherentes respecto al mundo moderno.

La nueva clase dirigente

Pero la reforma iniciada ahora por la ministra de las Universidades, Alice Saunier, parece haberse fijado otros objetivos que pretenderían adaptar la. enseñanza universitaria a las necesidades de una nueva clase dirigente, portadora del liberalismo que conlleva el progreso industrial y, también, de la «dictadura» cultural que implica la tecnocracia administradora de los bienes de la tecnología de vanguardia.La enseñanza superior, en Francia, se divide en tres ciclos: el primero, de dos años, es genérico; el segundo y el tercer ciclos son los más importantes y desembocan, el primero, en la licenciatura, y, el segundo, en el doctorado. Son estos dos últimos niveles de la enseñanza superior los que han sido amputados por la nueva reforma. Sólo se han salvado del «delirio administrativo» las grandes universidades parisienses o de las aglomeraciones importantes de provincias. La inmensa mayoría de los demás centros universitarios de provincias, muchos de ellos de reciente creación, han sido los más afectados por el recorte de las enseñanzas que venían impartiendo. Las lenguas vivas, la Sociología, las Ciencias de la Educación y la Psicología son las materias suprimidas, en proporciones diversas, en las universidades. La enseñanza técnica y científica también ha sido modificada profundamente en algunos sectores, como la Ingeniería: por ejemplo, las universidades ya no podrán conceder títulos de doctor-ingeniero si no establecen un concierto ad hoc con la escuela de ingenieros. De hecho, según valoración de muchos profesores y catedráticos, el conjunto de la reforma tiende a crear un sector rico de la enseñanza (las grandes escuelas especializadas) y un sector devaluado (la universidad).

La primera «poda», efectiva a partir del curso próximo, parece ser que no es más que el inicio de una labor que, para el horizonte 85, habrá configurado el nuevo perfil de la enseñanza universitaria francesa. Otras formaciones científicas, las ciencias humanas, ya efectadas seriamente por esta. primer reforma; el Derecho; las Ciencias Económicas, y la Gestión, también serán objeto de reajuste.

80.000 estudiantes afectados

Para el curso próximo, según los sindicatos estudiantiles, ya serán afectados alrededor de unos 80.000 estudiantes. Las autoridades estiman que sólo son 3.000. En cualquier caso, se teme que no pocos universitarios, tendrán que abandonar sus estudios dadas las dificultades económicas que puede suponerles el traslado de residencia a un centro apto para sus especialidades. Por otra parte, la selección a la hora de determinar las enseñanzas de cada universidad, así como la ubicación geográfica de los centros afectados, se ha operado teniendo en cuenta criterios políticos. De ser así, al proceso de democratización de la enseñanza le seguiría la implantación de universidades de élite para una clase de estudiantes del mismo género. El descontento de los medios universitarios, de los partidos políticos de la oposición y de los sindicatos hacen prever un otoño difícil que, a pesar del verano, ya ha empezado a prepararse.

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