Marcha en Copenhague por la paz y contra las violencias infligidas a la mujer
Los trabajos de la Conferencia Mundial de la Mujer, que se celebra en Copenhague, continuaron ayer, tras el relativo paréntesis del fin de semana, con una nueva sesión de discusiones acerca del texto que establecerá un programa de acción para los cinco próximos años en lo que respecta a la mujer. La marcha de mujeres del sábado, contra las violencias infringidas a la mujer, con consignas como la paz, el derecho a disponer del propio cuerpo y la lucha y el golpe de Estado en Bolivia acapararon la atención durante el fin de semana en las reuniones de la capital danesa.
Las diferencias de lenguaje derivadas de los distintos planteamientos económicos se hicieron ayer, una vez más, patentes. Los países del Tercer Mundo presentaron enmiendas que hacen referencia a las medidas para combatir las desigualdades de la mujer en el contexto de la economía y la paz mundial, mientras los industrializados de tipo occidental se plantearon factores como la discriminación de la mujer en el acceso al puesto de trabajo.Estados Unidos quiere evitar que el documento final que salga de la conferencia haga referencia al colonialismo y al racismo como causas de la desigualdad de la mujer, mientras que el grupo de los 77, encabezado por la India, insiste en que se denuncien el imperialismo y el sionismo y afirma el derecho de los pueblos a la autodeterminación sin injerencias extranjeras.
Nueva Zelanda planteó ayer una síntesis entre los puntos de vista calificados como globalista y sexista, que fue acogida con interés por algunos observadores. No obstante, las discusiones ideológicas no están siendo las únicas que frenen el avance de los trabajos, ya que se presentó una cuarentena de enmiendas que tratan de temas tan diversos como la prostitución, la autoridad paterna o la falta de estadísticas.
Un tema que se comentó durante el fin de semana fue la brutal actuación de la policía danesa contra las manifestantes bolivianas que el viernes protestaron por el golpe de Estado en su país. La policía afirmó que había intervenido por orden del jefe de Seguridad de la ONU, Roger Neild, y éste dijo a los periodistas que había pedido a la policía que entrara en acción, pero con «amabilidad», por lo que consideraba responsable a la citada policía del desarrollo que tomaron los acontecimientos.
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