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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Comercio exterior y empleo

Los grupos proteccionistas buscan constantemente medidas de gobierno que les favorezcan a costa del bienestar de otros ciudadanos y de la eficacia del sistema econ ómico. Esta búsqueda tiene más probabilidades de éxito cuando pueden encubrir la promoción de sus intereses bajo una causa social legítima. En estos días han encontrado -como otras veces en el pasado- una buena coartada en el desempleo que sufre el país y en la evolución reciente -de enero a abril de este año- de las exportaciones y -naturalmente y de modo especial- de, las importaciones.Aunque estas voces no expresan un discurso muy articulado, se pueden discernir dos diagnósticos fundamentales de los males del país que requieren una acción amparadora por parte de los poderes públicos.

Por una parte se señala -y es cierto- que en los cuatro primeros meses del año las importaciones han crecido tres veces más de prisa que las exportaciones, y de ahí se concluye que el sector exterior camina hacia el desastre.

Por otra, se establece una conexión directa entre los aumentos -recientes de las importaciones -en especial las de manufacturas de consumo- y la agravación del problema del paro, que aqueja a España de manera grave en los dos últimos años. Algunos han llegado a sugerir que debiendo ser la eliminación del desempleo y la creación de puestos de trabajo el objetivo prioritario del Gobierno, éste tendría que aumentar la protección de los sectores industriales amenazados por las importaciones. Aparentemente, la alternativa a la libertad (relativa) de importación es el paro, y como un buen Gobierno ha de estar contra el paro, deberá ejercitar sus músculos frenando las importaciones.

Hay varias falacias en estos argumentos, al mismo tiempo que devido de la experiencia económica creciente y pasada, tanto de España como de otros países.

Las falacias en cuestión consisten en, primero, confundir los efectos de tipo transitorio con los de tipo permanente que ejercen sobre las variables económicas las causas exógenas al sistema y las medidas políticas.

Segundo, identificar la parte con el todo.

Tercero, confundir los síntomas con la enfermedad.

Estas falacias son de graves consecuencias, no sólo porque de adoptarse las medidas a que implícitamente aparentan se reducirían la eficacia de nuestro sistema económico, nuestro ritmo potencial de desarrollo y, de una manera indirecta, el nivel de empleo, sino, y más peligrosamente, porque desvían la atención de las verdaderas raíces del problema del paro que pretenden combatir y alejan las posibilidades de su solución.

La extrapolación de la experiencia reciente

Efectivamente, en el primer cuatrimestre, las importaciones han aumentado en pesetas un 54% con respecto al primer cuatrimestre del año pasado -aunque hay que destacar que sólo la factura de petróleo -ha aumentado un 125 %-, mientras que nuestras exportaciones sólo han mejorado un 19% en el mismo período. Pero esto no debe impulsarnos a desenterrar el arca del Cid. Estas variables sufren oscilaciones que no hay que confundir con tendencias permanentes. La tasa de cobertura de un 60% de este cuatrimestre es muy inferior a la tasa del 78 % que se registró en el primer cuatrimestre de 1979, pero es esta una variable que muestra una tendencia secular creciente, aunque con vaivenes a corto plazo. Anunciar que nuestro sector exterior se encamina hacia el desastre, teniendo en cuenta el comportamiento de la balanza comercial en enero-abril de este año, es tan irresponsable como lo hubiera sido afirmar en el primer cuatrimestre de 1979 que nuestro sector exterior avanzaba hacia el nirvana.

El paro actual tiene tres causas principales:

1. El retraimiento de la inversión privada debido a incertidumbres asociadas a los cambios en el sistema político, en la estructura fiscal, en la legislación laboral y el nivel de protección, la crisis internacional, etcétera. Es este un componente de tipo transitorio que desaparecerá al aclararse las incertidumbres que pesan sobre el sector privado a la hora de adoptar decisiones de inversión.

2. La política estabilizadora, que aumenta también transitoriamente el desempleo en tanto los agentes económicos no adaptan sus expectativas a una tasa de inflación más moderada que en el pasado.

3. Cambios estructurales que tienden a hacer más alta la tasa natural de paro que en el pasado. Los gastos de la Seguridad Social constituyen un impuesto sobre el trabajó y lo mismo que un impuesto sobre la gasolina desanima su consumo, un impuesto sobre la nomina de salarios desincentiva el empleo de trabajo.

Este factor, juntamente con la regulación de salarios mínimos, es probablemente más importante en la explicación de las altas tasas de paro juvenil que padece la economía española.

El todo y la parte

Cualquier contable sensato examina cuidadosamente los dos lados de un balance. Cualquier observador cuidadoso del sector exterior deberá tener en cuenta las importaciones y las exportaciones. Destacar la relación superficial entre importaciones y desempleo significa olvidar que las exportaciones también crean empleo.

Los que lameban las importaciones de bienes de consumo y sus efectos sobre la producción deben detenerse a reflexionar sobre nuestras exportaciones de manufacturas de consumo. No sólo importamos -porque a los consumidores parece convenirles- apara tos electrónicos de alta fidelidad muebles, etcétera. También ex portamos juguetes y calzado. De hecho, las manufacturas de consumo representan sólo el 8,4% del total de nuestras importaciones (incluido petróleo), pero el 23,6% de nuestras exportaciones. Pretender proteger aún más nuestras industrias competidoras de importaciones de bienes de consumo sin esperar consecuencias graves para nuestras exportaciones -y para los trabajadores españoles que la producen- significa ignorar la realidad de la diplomacia comercial internacional.

Conviene recordar además que no existe tal cosa como la protección de la producción nacional. La protección es sólo relativa. Se protegen unos sectores a costa de otros Entre las actividades que compiten con las importaciones en la producción de bienes, las que tienen aranceles efectivos altos están protegidas en relación a las que tienen aranceles efectivos bajos, y todas ellas están protegidas a costa de las desprotección de las exportaciones. No hace falta invocar un viejo teorema de la teoría del comercio internacional, según el cual, un arancel a las importaciones es un impuesto a las exportaciones. Y no hace falta porque el repaso más superficial a la experiencia nos muestra la verificación de ésta verdad tan simple. ¿Cuáles son los niveles de exportaciones y de importaciones de Benelux, República Federal de Alemania o Suiza, países todos con aranceles bajos? ¿Qué exportaciones eran concebibles en España en la época de la autarquía? ¿Qué efectos tuvo el plan de estabilización y las liberalizaciones posteriores sobre las exportaciones españolas? Hacerse estas preguntas es contestarlas.

Hay que. preguntarse, pues, cuántos puestos de trabajo en sectores potencialmente exportadores nos cuesta el mantenimiento de los puestos de trabajo en aquellos que difícilmente compiten con las importaciones. Pero los efectos de la protección no terminan ahí. Las ganancias derivadas de explotar las oportunidades del comercio internacional son superiores a los perjuicios que pueden sufrir los sectores que pierden la protección de que disfrutaban.

En verdad, el aprovechamiento del comercio internacional es equivalente a los beneficios del progreso técnico. Si se descubre un nuevo método de producir un bien determinado, que permite abaratar los costes en un 20%, nadie ob jetaría que la comunidad se enri quece con la adopción del método. Sin embargo, las empresas que emplean las antiguas técnicas y que experimentarán pérdidas se la mentarán, probablemente, contra la competencia desleal, invocando, quizá, el problema del paro. Se puede proteger a estas empresas prohibiendo a las descubridoras la implantación de las nuevas técnicas: de esta manera se mantienen los viejos puestos de trabajo a costa de los nuevos y del aumento de la renta nacional. El que, obviamente, sea preferible la introducción de las nuevas técnicas no obsta para que se pueda ayudar temporal mente a las empresas con técnicas anticuadas a que incorporen la nueva tecnología o se reconviertan a otra actividad, y lo mismo puede decirse de las empresas afectadas por el aumento de importaciones más competitivas derivado de una liberalización o rebaja arancelaria.

Parece ser que, en una encuesta realizada recientemente en Estados Unidos, en la que se preguntaba la preferencia entre libertad de importaciones y promoción del empleo, la población encuestada se pronunció rotundamente por el empleo. El lector que haya llegado hasta aquí podrá valorar apropiadamente la relevancia de la pregunta objeto de encuesta. Es como si se preguntara en España: ¿qué prefiere usted, la libertad de leer autores extranjeros o un renacimiento de la creación literaria española?

Aparte de la irrelevancia de la pregunta en sí, puede ser conveniente señalar que el ejemplo no es nada apropiado al caso español. Estados Unidos es una economía muy grande y diversificada y, por tanto, muy poco dependiente del exterior.

Alfonso Carbajo y Javier Martínez son técnicos comerciales del Estado.

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