Preocupación ante posibles incidentes
Los Juegos Olímpicos se abren esta tarde bajo el signo del temor. El segundo boicoteo se inicia dentro de pocas horas. Los éxitos deportivos de los participantes quedan, por ahora, en segundo término. Junto a las especulaciones sobre las posibilidades de quienes han venido a alcánzar medallas, en el ambiente existe la preocupación sobre los incidentes que pueden producirse a lo largo de las próximas dos semanas. Los dirigentes soviéticos han adoptado un dispositivo irortísimo de seguridad en evitación de los más mínimos problemas. Si bien los riesgos son siempre inevitables e imprevisibles, liis medidas de seguridad adoptadas parecen hacer imposibles las acciones de comandos incontrolados anunciadas para reclamar los derechos humanos en la Unión Soviética.
«No hay posibilidad de que en Moscú ocurran actos terroristas parecidos a los de Munich. Desde hace muchos meses, una comisión especial de seguridad ha previsto hasta los más pequeños detalles para evitar cualquier incidente. También estamos preparados para otro tipo de provocaciones, que han sido anunciadas por medios occidentales», aseguró, optimista, a EL PAIS, un portavoz del departamento de prensa del Comité Organizador de los Juegos.En Moscú, ciudad semidesierta estos días, la presencia de parejas de milicianos, separados por pocos metros, de vigilancia en las calles, es una de las notas más características. Se ha reforzado considerablemente también a los guardias reguladores del escaso tráfico. Pero donde las medidas han alcanzado una mayor precisión es en los edificios públicos, hoteles y, sobre todo, en las Embajadas.
La posibilidad de que se intenten golpes de efecto con peticiones de asilo, parece haber obligado a los soviéticos a mantener unas normas estrictas. Estos días, las habituales reuniones de media tarde en las distintas Embajadas resultan molestas para los invitados, quienes se ven rodeados por media docena de policías que les franquean el paso y les interrogan sobre los motivos de las visitas. Ayer mismo, en la Embajada de España, cerca de veinte: hispano-soviéticos, que frecuentan normalmente durante el año la cancillería sin sufrir ningún tipo de investigación, fueron rechazados y se produjo algún incidente al ser retenidos los pasaportes por los milicianos, como en el caso -por demás curioso- de la representante de¡ Partido Comunista de España en Moscú, Elena Bernal, quien consiguió pasar a la Embajada después de duro forcejeo. A la salida te fue negado el documento, que al final consiguió gracias a la intervención de un diplomático español.
Otros incidentes se conocen, si bien carecen de importancia, como la pelea que mantuvieron en el aeropuerto de Seremetievo-2 los atletas senegaleses, quienes, ante los problemas vistos en un pasaporte y ser rechazado uno de los deportistas de forma poco correcta por un aduanero, hubo agresiones y se enzarzaron en una pelea representantes de la seguridad soviética y el grupo de participantes en los Juegos.
También en la calle, los ciudadanos de a pie pueden sufrir, sin aparente justificación, la petición de su pasaporte de identidad. Por supuesto, al igual que ha ocurrido en anteriores Juegos, la seguridad se extrema en los centros propios relacionados con este acontecimiento deportivo, como es la villa olímpica, en los hoteles, donde por ningún motivo se entra si se carece de la correspondiente acreditación de residencia, o los centros de prensa de los enviados especiales, en los que modernos detectores de metales de rayos X demuestran el interior de las bolsas de trabajo, que posteriormente sufren delicada revisión.
Por otra parte, poco antes de que den comienzo los Juegos, Moscú presenta un aspecto inusitado en una ciudad de ocho millones de habitantes, donde durante el resto del año las calles aparecen llenas de gente y los atascos de circulación en las horas punta empezaron a ser importantes desde hace más de un año. En este mes de julio la ciudad parece sin animación y se recorren las calles céntricas en automóvil con mayor rapidez. Las medidas tomadas por el Gobierno soviético para lograr unos Juegos tranquilos son la causa de que esta ciudad aparezca semivacía.
Las previsiones estimaron que Moscú estaría cerrada para la población flotante diaria de soviéticos que vienen del resto de las repúblicas y que suponen más de 1.500.000 personas hasta mediados de agosto. Los que llegan para visitar a algún familiar, hacer gestiones no resueltas en sus lugares de origen, asistir a reuniones de los distintos organismos estatales o hacer compras, muchos de ellos vienen en coche o de tren a tren, y terminan durmiendo en las inmensas salas de espera de las estaciones, rodeados de numerosas maletas desvencijadas y sacos llenos de fruta o carne. Por otra parte, el 40% de los automóviles que circulaban por la ciudad pertenecían, precisamente a esa población flotante, que desde primeros de julio es inexistente.
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