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La alianza franco-alemana

( ... ) Bonn se aleja de Washington y retorna a su libertad de acción. Schmidt no vacila en ponerse de acuerdo con Giscard d'Estaing y en oponerse a Jimmy Carter. Pero el presidente francés, aunque sea en el secreto de sus pensamientos, no puede dejar de interrogarse sobre el porvenir de la República Federal, donde una fracción importante de intelectuales y de la clase política se inclina a confiar en Moscú, en la cooperación y el acuerdo con el Este, pese a lo que ha ocurrido en Kabul y que apenas perturba la distensión en Europa. (...)Los soviéticos han otorgado al canciller alemán una concesión que se dirige, sobre todo, a los americanos. Ya no exigen que los occidentales renuncien a su decisión relativa a la modernización de las armas nucleares tácticas. Tampoco subordinan la continuación de las negociaciones a la ratificación del SALT II, cuando esta ratificación debía preceder a toda discusión sobre otro acuerdo de limitación de armamentos. ( ... )

La coincidencia en Moscú del diálogo Breznev-Schmidt y la firma de un acuerdo comercial por veinticinco años, aunque esta coincidencia sea accidental, adquiere una significación evidente o plantea una interrogación, ¿cuál de las dos, la URSS o Alemania Occidental, es más prisionera de la cooperación? Por ahora, los dos hombtes tienen los mismos objetivos: mantener las relaciones con Moscú, preservar la distensión y las relaciones con el Este. Helmut Schmidt, pese a su irritación con el equipo Carter, cede a la presión americana en problemas secundarios (boicoteo de los Juegos Olímpicos), mientras que Giscard d'Estaing se vale de su defensa autónoma para oponer un rechazo ostentoso a Washington. Pero la seguridad, la independencia de Europa dependerá, sobre todo, del porvenir de Alemania Occidental. La Francia de Giscard no está tentada por la neutralidad, aunque a veces de la impresión. Alemania Occidental podría ser neutral mañana, suponiendo que no lo sea ya. ( ... )

, 17de julio

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