Derecho a la vida sexual
La Constitución no recoge un párrafo con este título. Y ello es un error en una sociedad que se pretende abierta a todas las formas de libertad. La mayor parte de la gente, por supuesto, no tiene este problema, y somos los marginados -y dentro de estos, un escaso número- los que padecemos la represión sexual a todos los niveles. Sin padecer tara fisiológica, yo jamás he conseguido, a mis 31 años, entablar relaciones sexuales con una mujer. Está justificado que se nieguen si no les caigo gracioso, que en los bailes y romerías me denieguen, que en las discotecas no ligue, sino que reciba una mirada de profundo desprecio; pero lo que ya no es razonable es que cuando uno, dispuesto a liberarse a toda costa, incluso eludiendo los inexcrutables designios de Dios, ahorra durante un par de semanas para ir al prostíbulo, éstas támbién se nieguen, alegando cualquier excusa estúpida, o diciendo simplemente: «Iba a ser demasiado para ti». Y cuando no lo dicen, lo piensan.Uno, con esto del sexo, no busca sino escapar a la angustia existencial y recuperar la estabilidad. La falta de relaciones sexuales, de satisfacción erótica, produce muy malos efectos. Atenta contra la salud psíquica, contra el rendimiento profesional, contra el estado de ánimo; nos sume, en definitiva, en la ansiedad y en la desesperación. /