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Una mujer puede acceder mañana a la presidencia de Islandia

La República de Islandia -103.000 kilómetros cuadrados de superficie y 225.000 habitantes- celebra mañana elecciones presidenciales, que pueden ser ganadas por una mujer. Las dimensiones del país y la marginalidad que implica su ubicación geográfica, en los confines del Artico y el Atlántico norte han hecho de Islandia un país generalmente olvidado, poco conocido y con una imagen de hielos y leyenda.

Habitualmente, las elecciones en el pequeño país nórdico no suelen ocupar un lugar destacado en la prensa mundial. Desde hace algunos años, sin embargo, ciertos hechos -participación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y establecimiento en su territorio de una poderosa base norteamericana, en litigio con Gran Bretaña, conocido como «guerra del bacalao», a propósito del límite de las aguas territoriales- han suscitado la atención.Otras circunstancias contribuyen a realzar la significación de estas elecciones. Por primera vez en la historia del país, una mujer, de nombre exótico como su tierra, Vigdis Finnbogadotir, se presenta a disputar el sillón presidencial, con posibilidades de lograrlo, según los últimos sondeos, lo que la convertiría en la primera mujer presidente en un país europeo.

Otro tema dominante en las elecciones de mañana es la crisis económica que ha tenido, entre otras consecuencias, la de ser causa de frecuentes crisis de Gobierno en los dos últimos años. La inflación, que durante la década del sesenta se mantuvo en un moderado 13%, subió a dieciséis en los primeros dos años del setenta y trepó al 50% desde 1975..

Dependiente en aproximadamente un 80% de las exportaciones de la pesca y productos derivados, Islandia ha procurado en estos años una diversificación económica que le permitiera disminuir esa dependencia. Con esa intención se construyó una central hidroeléctrica que facilitó la instalación de una importante fábrica de aluminio en Straumsvik, al sur de la capital, Reikiavik, Esto, unido a la instalación de fábricas de productos derivados de la pesca, aceite, harina de pescado, conservas, permitió una rápida expansión de la economía en el último decenio y un elevado nivel de vida.

Los sucesivos Gobiernos de Kristjan Eldjarn aplicaron medidas de austeridad, congelación de precios y salarios entre otras, que aparentemente no lograron cambiar la situación y sí provocaron crisis políticas que escindieron las coaliciones de Gobierno. La última de éstas, a fines de 1978, determinó el retiro de los socialdemócratas.

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