La transitoria tercera, clave de la discordia
La radical división existente todavía entre las diversas fuerzas políticas gallegas ante el Estatuto de Autonomía tiene su origen en las dudas existentes en la dirección central de UCD sobre los deseos del autogobierno de los gallegos en las fechas en que se debatió en las Cortes el texto que, según todos los indicios, será sometido a referéndum en octubre próximo.Una vez aprobados los textos de Cataluña y País Vasco, el 25 de octubre de 1979, UCD comenzó a interesarse por el caso gallego. Ininediatamente después de esta fecha inició conversaciones con los miembros de su partido para convencerles sobre la conven lencia de reconducir el proceso. Pérez-Llorca les presentó entonces un modelo de Estatuto que contenía once competencias menos; que el presentado por la Asamblea de Parlamentarios gallegos, hace hoy un año. Aquel texto, además, establecía para todas las provincias el mismo número de diputados y contemplaba un Parlamento integrado por miembros de las diputaciones provinciales descartando la elección directa.
Al considerar el propio Suárez excesivamente «duro» el texto, y ante la presión de los centristas gallegos, UCD aceptó reconocer el carácter de nacionalidad histórica a Galicia y concederle algunas competencias nuevas, pero hizo firmar a los parlamentarios que participaban en los debates de la Comisión Constitucional un escrito en el que los centristas se comprometían a respetar la disciplina de partido.
Pérez-Llorca y Guerra pactaron entonces la introducción de una disposición transitoria para determinar que competencias sobre materias concurrentes serían asumidas por el Estado y cuáles por la comunidad autónoma. Fueron entonces los socialistas gallegos los que contestaron a la dirección de su partido, y Guerra cedió a sus presiones.
La transitoria tercera se convirtió así en lit piedra de toque y determinó en gran medida que en la noche del 21 y la madrugada del 22 de noviembre de 1979, el Estatuto fuese aprobado por los votos de UCD frente a los de comunistas, socialistas y andalucistas. Estaban ausentes aquella noche Coalición Democrática y las minorías vasca y catalana. La retirada de los nacionalistas vascos y catalanes de los debates fue calificada de insolidaría por toda la izquierda, ya que su voto podría haber condicionado el resultado final del texto.
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