Un riesgo mal calculado

La opinión que nos merecen los sucesos del sur de Francia,de los que son víctimas los transportistas españoles, ya fue expuesta en esta misma columna. Pero la situación se agrava, y se abrigan temores de que la tensión vaya en aumento. Aunque el Gobierno francés quiera dar la sensación de guardar la calma y de minimizar los incidentes, todo radica que existen implicaciones políticas y que nos encontramos ante un peligro de desbordamiento. El origen, de sobra conocido procede de ese casi permanente malestar de la zona menos favorecida del campo francés que con frecuencia descarga sus malos humores sobre nuestros exportadores. Pero la circunstancia de haber entrado en el país vecino en un período preelectoral y el tanto que -a costa asimismo de los sufridos españoles- ha pretendido apuntarse el presidente Giscard frente a gaullistas y comunistas, en cuanto a ofrecer seguridades proteccionistas a los agricultores, ha calentado aún más el ambiente. Como era de esperar, los adversarios políticos del presidente responden con maniobras de torpedeo de las que todos podríamos salir trasquilados.Un dato muy significativo confirma que nos hallamos ante una operación política de un cariz preocupante. La participación de los llamados «grupos autónomos» -mafia ácrata mezclada en distintos episodios de carácter terrorista- no es nada tranquilizadora para los mismos franceses, y reclama la intervención enérgica de las fuerzas de seguridad, que pongan coto a esos desmanes. A todos conviene, por tanto, que se restablezca cuanto antes la normalidad. ( ... )

, En cuanto a nuestro Gobierno, salvo unos expresivos comunicados, su presencia activa sobre el terreno ha dejado bastante que desear. Y no digamos su incapacidad para saber explicar a tiempo a la opinión francesa nuestros naturales, derechos de tráfico por sus vías terrestres. Nuevo fracaso absoluto de los fabricantes de imagen al servicio de la Administración española en el área primordial de la política exterior.

, 19 de junio