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Insurrección derechista abortada en la ciudad boliviana de Santa Cruz

Un movimiento golpista iniciado el martes por la ultraderechista Falange Socialista Boliviana (FSB) fracasó ayer cuando las fuerzas armadas no respondieron a los persistentes llamamientos a la sublevación.

El intento de sublevación costó un muerto y siete personas heridas. Santa Cruz, segunda ciudad en importancia de Bolivia, fue escenario durante todo el martes de actos de violencia, que comenzaron cuando un grupo de campesinos autoproclamados nacionalistas hirió al prefecto del departamento, a su secretario y a un periodista.Durante quince horas, grupos falangistas ocuparon cuatro radios locales, desde donde difundieron proclamas instando a las fuerzas armadas a tomar el poder para impedir «el caos y la anarquía» y defender la dignidad nacional, al tiempo que grupos paramilitares recorrieron durante toda la noche la ciudad disparando al aire.

Cerca de la medianoche, los falangistas asaltaron el consulado norteamericano, el centro boliviano-norteamericano y el tribunal electoral del departamento, centros donde incendiaron parcialmente las oficinas y propiedades.

Inicialmente, el objetivo del movimiento era conseguir la salida de Bolivia del embajador norteamericano, Marvin Weissman, al que se acusa de intromisión en los asuntos internos del país.

Pero los llamamientos fueron evolucionando hasta pedir la intervención de las fuerzas armadas para que tomaran el poder para defender al país del «comunismo», y evitar «el caos y la anarquía».

El segundo cuerpo de ejército, con base en Santa Cruz, se mantuvo aparentemente al margen de los acontecimientos, pero las tropas se mantuvieron acuarteladas.

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Hoy por la mañana, el segundo cuerpo de ejército difundió un lacónico comunicado en el que se pedía tranquilidad y serenidad a la población, advirtiendo que las tropas garantizaban la seguridad.

Los episodios ocurridos en Santa Cruz se agudizaron con la huelga de hambre de los principales dirigentes de Falange Socialista Boliviana, en las ciudades de La Paz y Cochabamba.

El Gobierno boliviano ha analizado en una reunión imprevista del Consejo de Ministros los graves episodios ocurridos.

El próximo día 29 deben celebrarse elecciones generales en Bolivia, de las que ha de salir el nuevo presidente del país andino. Durante los últimos días el país ha vivido en permanente clima de tensión, con rumores inminentes de golpe de Estado.

Las fuerzas armadas pidieron la semana pasada el aplazamiento de las elecciones por un ano, pero Congreso, partidos y sindicatos se opusieron tajantemente. Los militares difundieron después una declaración en la que aceptaban el veredicto Popular, pero sugirieron que su respeto por el resultado electoral queda supeditado a que no resulten victoriosas ideologías «ajenas a las tradiciones de Bolivia».

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