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París dejó de ser la Ciudad Luz por una huelga en el sector eléctrico

Desde el miércoles, a las 21 horas, la Ciudad Luz ya se convirtió en la ciudad de las penumbras en muchos sectores de la capital, sólo iluminados por los faros de los automóviles y en los restaurantes alumbrados por lámparas de gas.Sólo para la ceremonia turística el cabaré Lido había previsto sus grupos electrógenos. Los bomberos ya empezaron a asustar con sus bocinas porque dos docenas de personas, despistadas, se quedaron encarceladas en el ascensor. Pero esto no era más que la alerta del momento épico alcanzado por los empleados de la electricidad de Francia (EDF, empresa nacionalizada), que ayer escribieron una nueva página de la historia del mundo industrializado, con lo que los tecnócratas estatales de la EDF denominan una «huelga profunda», es decir, un caos fantástico a lo largo de veinticuatro horas en toda Francia, pero, sobre todo, en las grandes aglomeraciones como París.

Los expertos dijeron ayer por la noche que se había vivido el «parón» eléctrico más importante de los últimos diez años. Y para ello bastó con que los dos sindicatos más fuiertes del país, CGT, de tendencla. comunista, y la CFDT, socialista autogestion aria, decidieran reducir en un 50% los kilowatios producidos por los 100.000 empleados de la EDF, que alimenta las necesidades eléctricas de veinticinco millones de clientes.

¿Motivo de la huelga?: los atentados sucesivos de la patronal y del Gobierno, dicen los sindicalistas, contra el derecho de huelga.

Los cortes de electricidad efectuados por la mañana, durante las horas punta, recrearon esas «estampas» ya conocidas de una ciudad a la deriva, porque los semáforos no funcionaban y los automovilistas o se volvían histéricos o, tranquilamente, hacían pi-pi «al amor de la rueda de su vehículo», porque el Metro se para y todo puede ocurrir. El espectáculo ayer no salió redondo, porque, según los sindicalistas, el Gobierno, por medio de sus servidores más fieles, saboteó sus planes al privar de electricidad a algunos hospitales. Anoche, París era otra vez la Ciudad Luz, pero a costa de una guerra sin piedad entre los poderes públicos y los sindicatos.

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