Resurge en Francia la batalla de las "radios libres" un año antes de las elecciones presidenciales
La batalla de las «radios libres» ha resurgido en Francia en el momento en que se aproxima un período electoral. El lunes fue procesado el patrocinador de una de estas emisoras, alcalde comunista de Auby, un pueblo del Norte. Desde principios del presente mes, la policía ha ocupado varias «estaciones piratas». Los partidos políticos y la opinión han sido sensibilizados, una vez más, y todo indica que el monopolio estatal de la radio y televisión, al que se le acusa de servir en exclusiva al Gobierno, va a sufrir una embestida de envergadura.
La policía ya intervino brutalmente a principios del mes en curso para interrumpir las emisiones de Radio Quinquin, propiedad de la central sindical de tendencia comunista CGT. Otro tanto hizo con Lorena-Corazón de Acero, emisora pirata también de los obreros de la CGT. La operación se repitió contra Radio París-80. El procesamiento, ayer, de Aldebert Valette, el alcalde comunista citado, ha exaltado los ánimos en el mundo de las emisoras libres, que en este país no alcanza el volumen italiano pero progresa de manera constante, a pesar de la represión. El problema de la radio y de la televisión privadas en este país ofrece aspectos equívocos a primera vista.Oficialmente, las cuatro grandes fuerzas políticas francesas, gaullistas, giscardianos, socialistas y comunistas, admiten la necesidad de mantener el monopolio estatal de la radio y televisión. Pero, actualmente., la «giscardización» de los medios audiovisuales provoca críticas feroces y desesperadas de los gaullistas que integran la componente más numerosa de la mayoría que apoya al presidente Valéry Giscard d'Estaing.
Los comunistas y socialistas hacen otro tanto, pero su protesta más tangible y molesta para el poder la constituyen las «radios piratas» que ellos fomentan y que el poder reprime en nombre del monopolio aceptado por todos esos partidos políticos.
Perspectiva electoral
La «guerra» de las «radios libres» se agudizará, ahora, de manera creciente ante la perspectiva de las elecciones presidenciales. En efecto, la «banda de los cuatro», como se les denomina a las cuatro formaciones antedichas, es quien va a monopolizar las antenas y pequeñas pantallas oficiales, mientras los ecologistas y partidos minoritarios no dispondrán de esos media determinantes a la hora de exponer su «mensaje» electoral. Por otra parte, las intervenciones repetidas de la policía exacerban a todos los que, por unas u otras razones, son partidarios de las «ondas piratas».Incluso entre los giscardianos existen defensores de estas emisoras. Ellos fueron los primeros, en 1977, en vísperas de las elecciones legislativas, quienes crearon la primera «emisora pirata», Radio-Fil-Bleu , en Montpellier. Y, hoy aún, su fundador, perteneciente al partido del presidente, defiende a las radios saqueadas por las fuerzas del orden. Se trata, en definitiva, de un paso nuevo hacia la libertad de las ondas y de la televisión. Los díscolos del giscardismo, hoy, no hacen más que apoyar lo que el poder no hace, porque goza plenamente de las ventajas del monopolio.
Sondeo favorable
Los franceses, por su lado, también se manifiestan partidarios mayoritariamente de las radios libres. Un sondeo hecho público el domingo dice que el 64% se manifiesta en tal sentido.El electorado socialista, separadamente, se declara favorable en un 70%. Las profesiones liberales y los cuadros, en un 74%.
Una gran mayoría, de todo el abanico sociopolítico, solicita la libertad radiofónica y de televisión «porque sería mucho mayor la variedad de los programas y la información sería más objetiva».
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