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Moción de censura socialista

La dirección del PSOE se propone obtener una "censura moral" del Gobierno Suárez

Obtener la censura moral del Gobierno constituye el principal objetivo de la dirección del PSOE en la votación que habrá de efectuarse la semana próxima en el Congreso. La ejecutiva socialista se reunió ayer para estudiar la estrategia de acuerdos y el programa de Gobierno que será presentado a la Cámara, y mañana lo hará el comité federal del partido. Según fuentes socialistas, se trata de lograr que el jefe del Gabinete tenga menos respaldo que en la investidura -hace un año- y compensar la probable pérdida de la votación de censura con el efecto clarificador que pueda tener la postura de enfrentamiento con Suárez. Aún no han comenzado negociaciones, si bien el PSOE considera asegurado el apoyo inicial del PCE y no descarta otros.

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El gesto de Felipe González era una iniciativa pensada como hipótesis de trabajo, sin fecha concreta, comentada después en la ejecutiva socialista y decidida con unas horas de anticipación al anuncio de la moción de censura. La brevedad del plazo ha estado basada en la consecución del «efecto sorpresa», objetivo importante de la moción, cuya repercusión se habría perdido en parte si la decisión hubiera sido tomada con anterioridad y, por tanto, con tiempo para que el Gobierno preparase mejor su reacción.Durante la tarde del 21 de mayo -un año y un día después de otra sonada decisión del propio Felipe González, que le llevará a renunciar a la secretaría general en el 28º Congreso de su partido-, el PSOE se ha alzado con un gran protagonismo y ha colocado al Gobierno, a UCD y al resto de las fuerzas políticas en una situación de inseguridad. Los autores de la moción son conscientes de que no volverá a ocurrir lo mismo en futuras oportunidades de presentación del voto de censura, porque ya existirá experiencia respecto a lo que sucede en esas circunstancias; pero en esta primera prueba creen haber conseguido plenamente sus objetivos, precisamente por la audacia con que la dirección del PSOE plantea el uso de uno de los más dificiles mecanismos previstos en la Constitución.

Felipe González no había mencionado nunca la posibilidad de utilizar el voto de censura, pero tanto él como otros miembros de la dirección del PSOE -sobre todo, Alfonso Guerra y Enrique Múgica- llevan algunos meses difundiendo la idea de que es necesaria una «nueva mayoria». Exactamente, desde el mes de enero. En esa fecha se frustró el último intento de llegar a una negociación con el Gobierno en una cuestión importante, que habría permitido un encauzamiento de la construcción de las autonomías. Suárez se negó a acceder a las peticiones del PSOE en esta matena, que afectaban a la autonomía de ciertas regiones -Andalucía, sobre todo- y al incremento de competencias y recursos económicos para los ayuntamientos, en los que el PSOE se juega sus posibilidades de demostrar una razonable capacidad de gestión; y además lo hizo después de haber hablado con Felipe González sobre este tema, en sus conversaciones de noviembre y diciembre pasado.

Romper toda imagen de corresponsabilidad

Este hecho marcó una inflexión en la actitud de la dirección del PSOE, aunque no fue el único, ya que la marcha general del proceso autonómico -cada vez más complicado-, la extensión de la mancha del paro obrero -al parecer incontenible-, el deterioro del orden público -con decenas de muertos por mes- y ciertos problemas de relaciones exteriores aún no revelados (significativo silencio el del Pleno del Congreso de estos días), se convirtieron en factores decisivos para que el PSOE endureciera su actitud de oposición y tratara de borrar cualquier impresión de que es corresponsable de dicha situación. La moción de censura es el medio más espectacular de demostrar que no tienen nada que ver con el presunto «desastre general».La oportunidad de oro para este planteamiento ha venido dada por la crisis interna de UCD, que, según los cálculos de la dirección del PSOE, se agravará conforme pasen los meses y se acerque la fecha del congreso de este partido (previsto para el otoño). Los socialistas no han efectuado negociación alguna con los sectores progresistas de la formación gubernamental -aseguran distintos miembros de la ejecutiva del PSOE-, pero han lanzado diversos requerimientos pú blicos a los líderes de esas corrientes para que «no pierdan el tren de la construcción del Estado moderno», en frase de Enrique Múgica, o «piensen que algún día habrá que evitar que España sea Venecia, un lugar donde se pasea muy a gusto, pero que se hunde cada día un poco más», en versión de Alfonso Guerra.

Hegemonía en la oposición

Hay otras razones en la decisión de Felipe González, que, en términos muy simples, se resumen en el problema del voto útil y de la capacidad de iniciativa política. «La moción de censura -comenta un portavoz de la ejecutiva- es un mecanismo que recupera para nosotro's la iniciativa, no se necesita esperar a ver lo que hace el Gobierno y actuar a remolque». Pero además ocurre que, como reconoció el propio Felipe González -minutos antes de anunciar el voto de censura-, también su partido ha sufrido un desgaste en el proceso electoral de este año (Cataluña, Euskadi), que confirma tendencias de voto ya apuntadas en las elecciones generales del 1 de marzo de 1979.Por ello, y porque no puede permitir que se evapore el capital político acumulado como principal partido de la oposición -ni que el electora do tenga dudas a la hora de atribuir responsabilidades a los partidos-, el PSOE ha tomado esta decisión, según se deduce de las manifestaciones obtenidas en distintas fuentes socialistas.

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