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Los "duros" del Consejo de la Revolución ganan otra batalla al presidente iraní

El «ala dura» del Consejo de la Revolución iraní ha ganado un nuevo asalto: hasta que no se constituya el Parlamento no se nombrará primer ministro. El ayatollah Bejeshti se ha apuntado un nuevo tanto frente al presidente Banisadr. Recientemente, Bajeshti había hecho unas declaraciones en las que hacía hincapié en la necesidad del voto de confianza parlamentario para avalar la designación del jefe del Gobierno.

El próximo 5 de junio comenzará sus tareas el nuevo Majlis (Parlamento). El Partido de la República Islámica (PRI), que encabeza Bejeshti, se sentará en más de la mitad de los escaños y mirará con ojos críticos al hombre que Banisadr proponga para primer ministro. Es bastante poco probable que acepten a un tecnócrata, a un liberal o a alguien que (como el general Madani) pretenda hacer volver a los mullahs a las mezquitas.El PRI (la formación político-religiosa más intransigente de Irán) no está dispuesto a perder el poder que le da el tener la mayoría parlamentaria. El PRI sólo está dispuesto a ceder en sus posiciones duras si el imán Jomeini se lo pide, y esto no es demasiado probable.

El reparto de papeles parece decidido: Bejeshti (que es casi todopoderoso en el Parlamento y muy influyente en el Consejo de la Revolución) no parece querer que nadie con cierta fuerza encabece el nuevo Gabinete.

Al margen de las grandes polémicas sobre el poder, también se suceden en Teherán otra serie de polémicas más pintorescas. Ayer, la oficina del presidente Banisadr hizo público un comunicado sobre «los límites del poder» del ayatollah Jaljali, que el lunes acabó con la tarea de destruir el panteón del padre del último sha.

"Museo del crimen político"

Hasta el momento, el panteón servía de sede provisional de una oficina de la Cruzada de la Construcción (organismo benéfico de la República Islámica dedicado a buscar albergue a los que no lo tienen). Banisadr se negaba a la destrucción del panteón y pretendía instalar en él un «museo del crimen político». El impetuoso Jaljali se precipitó y ahora se ve reprendido por el presidente, que hace esfuerzos vanos por organizar la caótica vida política del país.Entre tanto, los militares iraníes realizan maniobras para defenderse de un «ataque nocturno». En las dos últimas noches, helicópteros del Ejército del Aire han sobrevolado Teherán durante varias horas para poner a punto sus equipos.

En otros sectores del país continúa también la «vigilancia revolucionaria». Son frecuentes los grupos de Jóvenes que vuelven de viaje desde la India que son detenidos como sospechosos de espionaje.

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