Pujana considera injustificadas las críticas al Parlamento
«Quien diga que el Parlamento vasco está cruzado de brazos o no funciona está haciendo pura demagogia». La Cámara funciona normalmente; sus actuaciones se han realizado con puntualidad, al ritmo y en los plazos previstos por el reglamento provisional de la misma y con pleno consentimiento de los demás grupos. En lo que hace a las deficiencias de instrumentalización, hay que tener en cuenta el fuerte handicap que supone el hecho de que todavía no tengamos una sede definitiva».
Con estas palabras, el presidente del Parlamento vasco, el peneuvista Juan José Pujana, respondía ayer a las críticas hechas por la oposición parlamentaria vasca al funcionamiento técnico y político-administrativo de la Cámara (véase EL PAÍS de 9 de mayo).Frente al criterio generalizado de la oposición, que cree que el Parlamento vasco no funciona técnicamente, Juan José Pujana considera que es poco menos que imposible poner en marcha una Cámara si la misma no cuenta con una sede que debe determinarse por ley. «Sin esta sede», señala, «difícilmente podemos arriesgarnos a poner en marcha toda la infraestructura. A los que se muestran tan nerviosos y descontentos con el mal funcionamiento técnico del Parlamento debo recordarles que, de forma provisional, estamos instalados en Bilbao, en locales cedidos por la Diputación de Vizcaya. No podemos contratar personal administrativo, ni cuerpo de letrados, ni organizar la redacción de un boletín sin saber dónde va a instalarse la sede, que, si prospera la ley del Gobierno, irá a Vitoria».
«Tampoco es cierto que la estructuración y la organización interna de los estamentos del Parlamento no esté prevista», añade. «He redactado y he presentado a la Mesa y Junta de Portavoces una previsión de infraestructura mínima e incluso un esbozo de presupuesto en función de la misma. He preparado para la reunión conjunta Mesa-Junta, que celebramos mañana (por hoy), un proyecto de reglamento propio del Parlamento vasco, que consta de 122 artículos».
Los grupos parlamentarios vascos, excepción hecha del peneuvista, achacaban la falta de los medios económicos mínimamente indispensables para la puesta en marcha del Parlamento vasco a la escasa presión del PNV para recabar de la Administración los cincuenta millones consignados a tal efecto en los Presupuestos Generales del Estado para el año 1980.
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