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Punto muerto en la Embajada iraní en Londres

El pulso entre los secuestradores de la Embajada iraní en Londres y las autoridades británicas entra hoy en su cuarto día sin que nadie se atreva a hacer predicciones sobre su resultado final.La situación no ha registrado cambios en las últimas veinticuatro horas y las conversaciones continúan pacientemente, a través de una ventana, entre la policía y los tres secuestradores armados que el pasado miércoles ocuparon la sede de la representación diplomática en el elegante barrio de Kensington, en el centro de Londres.

La táctica de la policía consiste en mantener el diálogo con el comando llamado «Grupo del Mártir», integrado por tres terroristas de la minoría árabe del sur de Irán, y convencerles de que mantengan la calma con el fin de no poner en peligro la vida de los veinte rehenes que se encuentran en el interior de la embajada. Pero la labor de la policía está constantemente puesta en peligro por la actitud militante del Gobierno de Teherán, cuyo presidente, Banisadr, ha manifestado que la revolución iraní espera que «sus hijos de Londres se conviertan en mártires». El único acontecimiento digno de mención de ayer viernes se registró a primeras horas de la mañana cuando el Gobierno británico aceptó trasladar un mensaj e procedente de los rehenes de la embajada a las autoridades de Teherán. La policía anunció a bombo y platillo la existencia del mensaje, pero se negó a revelar su contenido. Sólo dijo que el mensaje había sido aprobado por los rehenes por unanimidad.

El Gobierno de Londres transmitió el mensaje secreto a Teherán, pero por el momento su contenido continúa siendo un misterio. Ni los ingleses en esta capital ni los iraníes en Teherán -donde los viernes es festivo- han comentado sobre este mensaje. Es evidente que los acontecimientos de las próximas horas girarán en tomo a su contenido.

Ante la ausencia de hechos, los medios de comunicación británicos dedican sus espacios a comentar el abundante anecdotario en torno a este incidente, primero de su clase registrado en Londres. Por ejemplo, el hecho de que los secuestradores hayan rechazado el viernes la comida «capitalista» que les enviaba la policía, principalmente hamburguesas y pollo, y hayan exigido comida iraní, que les es enviada desde un restaurante de la vecindad. O que por la noche se establezca un armisticio de seis horas entre policía y secuestradores para que ambas partes puedan descansar.

Entre tanto, la unidad antiterrorista de Scotland Yard ha pedido a todos los hoteles londinenes su cooperación para localizar a los iraníes registrados en esta capital en los últimos días ante el temor de que «un comando suicida» procedente de Teherán intente penetrar en la embajada para liquidar a los secuestradores.

Los manifestantes pro Jomeini, que desde el primer día se concentraron cerca de la embajada con la finalidad de dar ánimos a los rehenes y que el jueves chocaron con la policía británica, se dispersaron ayer tras la intervención del cónsul general iraní en Londres. El mensaje de las autoridades británicas fue clarísimo: la situación es lo suficientemente seria para no agravarla. A última hora del viernes la vigilancia en torno a la embajada era mantenida únicamente por policías y periodistas.

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