Conciertos de Paraíso, Bloque y Alan Stivell
La semana comenzó en lo musical con una intensidad bastante acusada. El lunes, Alan Stivell recalaba en Madrid como parte de su gira por la península; el grupo santanderino Bloque presentaba su tercer elepé Hijo del Alba, y Paraíso comenzaba una semana de actuaciones en el Escalón.Para empezar, puede hablarse e Bloque. Esta gente se presentó hace ya cinco años en el Festival de Burgos, donde causaron una cierta sorpresa con su rock-sinfónico ilustrado con letras que cantaban los amores de Abelardo y Eloísa o las andanzas de un alquimista. Según ellos mismos, el público que les ha permitido mantenerse este tiempo realizando unas ochenta actuaciones al año, podría identificarse con lo que en un momento fue hippie, pero que en España recibía el más amplio nombre de underground. Esa era también la gente que acudió al concierto y que les fue aplaudiendo tanto sus temas antiguos como los pertenecientes a su nuevo disco. En realidad, Bloque cubren unas necesidades de rock elaborado que en este país nunca ha tenido unos representantes demasiado creativos. Debido a ello un grupo honrado, lleno de textos tan bien intencionados como los arreglos con que adoban unas melodías bastante simples, puede funcionar. Como instrumentistas, no están mal; las luces, en cambio, están utilizadas más en contra del grupo que otra cosa, y, finalmente, su música tiene tantas carencias y resulta tan poco imaginativa que sería capaz de dormir a unas ovejas que tuvieran una mayor oferta de música que el público que les escuchaba.
El renacer de la música celta
Alan Stivell, que actuaba en el Alcalá Palace, realizó en la sesión de noche uno de los peores conciertos que se le hayan escuchado por aquí. Su trabajo ahora consiste en matizar los ritmos, superponiéndolos en aquellos temas más fuertes, de tal manera que exista una cierta libertad que finalmente desemboque en una fusión que presente de manera inequívoca y directa el baile de que se trata. Ocurre que, cuando se intentan goyerías de este tipo, se corre el riesgo de que el resultado final sea de una confusión importante, hecho que puede verse acrecentado cuando alguno de los instrumentistas atraviesan un ciego etílico de preocupar, como parecía ser el caso. Ellos se lo pasaron muy bien, se equivocaron unas cuantas veces y todo hubiera quedado muy familiar y espontáneo si no fuera porque la música y el sonido dejaron mucho que desear. Para ser justos, hay que decir que la sesión de tarde finalizó en apoteosis, con la gente negándose a abandonar el teatro y pidiendo repeticiones hasta cansarse. Cara y cruz; los misterios de la vida.Lo que ya se pasa de misterio para entrar en lo milagroso es el caso de Paraíso. Hace apenas dos semanas el grupo trataba de presentar en el Sol su primer single, intención que no se llevó a cabo (al menos, no se escuchó casi nada) porque ellos no habían ido allí para luchar contra los elementos de una acústica nefasta y un equipo lamentable. Lo milagroso viene cuando Paraíso se sube al estradillo del Escalón y, sin haber podido ensayar demasiado (les echaron de su local), comienzan demostrando que, aparte de buenas canciones, tienen todas las condiciones para funcionar como grupo. En apenas tres días su progresión ha sido tal que no sólo se les escucha con nitidez, sino que incluso se les va notando más sueltos, más confiados, tanto en voces como en instrumentos. Con estas actuaciones de Paraíso en el Escalón (como antes los Ejecutivos Agresivos, Alaska, Las Chinas o Rubi y los Casinos) se demuestra palpablemente que el nuevo pop madrileño no está compuesto por retrasados mentales o incompetentes musicales que han equivocado su camino por la vida. Es también evidente que una gente capaz de componer Para ti, La Morgue o La Estrella de la Radio deben en buena lógica poder hacerlas bien en directo. La cosa es muy sencilla, todo es cosa de que tengan una oportunidad de trabajar con calma y continuidad en locales con unas condiciones mínimas.
Babelia
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