El presidente tunecino designa nuevo primer ministro

El presidente tunecino Habib Burguiba nombró ayer primer ministro a Mohamed M'Zali, titular de la cartera de Educación, quién venía desempeñando provisionalmente las atribuciones de jefe de Gobierno tras la grave enfermedad de su predecesor, Hedi Nuira. La separación de este último, por motivos de salud, de las riendas del poder, abre así una nueva etapa del burguibismo caracterizada por el ascenso de la «segunda generación del neo-Destur.El nombramiento de M'Zali no ha causado sorpresa en los medios diplomáticos de Túnez, donde se sabía que, desde el ataque cerebral sufrido el 26 de febrero por Nuira, al que se consideraba «heredero espiritual de Burguiba», éste tenía muy pocas posibilidades de ocupar de nuevo su cargo. Nuira se halla actualmente convaleciente de su grave dolencia, pero Burguiba ha preferido llenar oficialmente el vacío creado por la enfermedad de su protegido para confirmar la estabilidad del régimen y garantizar el posburguibismo.

El cambio tiene lugar pocos días después de que fueran ajusticiados trece de los integrantes del comando que realizó un fallido asalto armado a la localidad minera de Gafsa, el 27 de enero. Ayer, un grupo de estudiantes se manifestaron en señal de protesta contra los ajusticiamientos. La concentración, en pleno centro de Túnez, fue disuelta rápidamente por la policía.

M'Zali nació el 23 de diciembre de 1925. Es licenciado en Filosofía y ha ocupado los cargos de ministro de Deportes, de Salud Pública y de Educación. Desde el 1 de marzo desempeñó provisionalmente la jefatura del Gobierno, a título de «coordinador» de la acción gubernamental.

El nuevo primer ministro es conocido también como un hombre que no ha negado jamás haber mantenido relaciones con otras fuerzas políticas, fuera del oficialista partido neo-Destur. En este sentido es sintomático un comentario de un portavoz del Movimiento de la Unión Popular, partido de la oposición, el cual considera que el nombramiento de M'Zali podría implicar, a la larga, la desaparición de la práctica del unipartidismo.