Confemetal exige la liberalización definitiva del control de cambios

Los empresarios del sector del metal manifestaron ayer su decidido apoyo a la integración de España en la CEE, siempre y cuando no se produzcan discriminaciones de ningún tipo y se establezcan plazos necesarios de transición. En la primera asamblea general de Confemetal, calificaron el año 1979 de «francamente malo», expusieron la crítica situación por la que atraviesa el sector, solicitaron de la Administración una política de control de cambios orientada hacia su definitiva liberalización, y reclamaron del Gobierno mayor atención a los problemas económicos.Carlos Pérez de Bricio, presidente de Confemetal (Confederación Española de Organizaciones Empresariales del Metal), pasó ayer revista, en una reunión previa a la asamblea con representantes de distintos medios de comunicación, a los temas de actualidad latente para el sector. Respecto a la crisis actual de Gobierno, destacó que el deseo de Confemetal es «que alguien se ocupe de los problemas económicos y que se les dé el tratamiento que necesitan y no se mezclen con otros aspectos. Si Fernando Abril acaba trabajando en exclusiva en temas económicos habremos mejorado; su dedicación a ellos hasta ahora era a tiempo parcial. Es necesario mayor rapidez en el tratamiento de los problemas».

Respecto al ingreso en la CEE, Pérez de Bricio señaló que el sector es partidario de la integración sin discriminaciones y con los plazos necesarios. «No queremos que se nos trate de cambiar acero por naranjas. Va todo en el mismo paquete». Para reactivar la inversión, por otra parte, «se puede hacer mucho con medidas técnicas, pero se puede hacer más con clarificación política».

El presidente de Confemetal aseveró a continuación que la aplicación del acuerdo-marco interconfederal implica para las empresas un límite superior al que sus economías pueden soportar, «pero el nivel adquisitivo de los salarios de los trabajadores no lo mejora y en algunos casos empeora».

Después de asegurar que la industria española no se puede reactivar con un cliente llamado sector público, expuso su idea de que sobre la peseta se están produciendo movimientos especulativos, cuando su valor de cambio con respecto al dólar se debería situar entre las 75 y ochenta pesetas y no en las 71 actuales.

En el transcurso de la primera asamblea de Confemetal desde su constitución en 1979, el presidente realizó un resumen del marco en el que se mueve el sector. Situación que rigen las siguientes coordenadas: fuerte atonía de la demanda, en especial en bienes de inversión; expectativas empresariales deprimidas que permiten pronosticar un crecimiento cero para el presente ejercicio; estancamiento del comercio exterior; un nivel de inflación que no será inferior al del pasado año, y un ritmo de paro que alcanza a ochocientos trabajadores diarios.

Carlos Pérez de Bricio destacó a continuación el dato de que el consumo de acero ha descendido de 330 kilogramos por habitante, en 1974, a 220, en la actualidad, y que la falta de unos índices adecuados de utilización -«no es válido que tengamos exceso de capacidad»- han desanimado las tendencias inversoras en el sector, en el que muchas plantas se están quedando obsoletas.

Entre las medidas que Carlos Pérez de Bricio destacó para salir del «túnel de la crisis» figuran la reanimación de la inversión selectiva; un cambio en la política fiscal que incremente el ahorro nacional; la clarificación de la política de cambios orientada hacia su efectiva liberalización, la modificación del cambio actual de la peseta, reducción del gasto corriente del sector público, reestructuración de los sectores en crisis, mejora de los índices de productividad y creación de un clima general favorable al trabajo bien hecho.

Los datos más importantes que presenta la memoria de Confemetal se cifran en una inversión del sector durante 1979 de 93.208 millones de pesetas; una disminución del consumo aparente de acero del 4,6% y un aumento de producción del 7,1%; una reducción del 17% en el tonelaje entregado en el sector naval; una baja en términos reales del 7% sobre 1978 de la producción de bienes de equipo; y un retroceso del 2,1% en la producción de la industria del automóvil.