El presidente iraní amenaza con invadir Irak

El presidente iraní, Abolhassan Banisadr, amenazó ayer a las autoridades de Bagdad con permitir a las fuerzas armadas de Irán que ejerzan el derecho de persecución en territorio iraquí. Durante la noche del jueves al viernes, intensos duelos de artillería se desarrollaron en la frontera entre ambos países.El jefe de Estado iraní, que es también comandante en jefe de las fuerzas armadas, reveló a una multitud de varios centenares de miles de personas, concentradas ayer en el campus de la Universidad Central, durante una manifestación convocada para demostrar la unidad nacional, que el Gobierno de Bagdad le había enviado, en tres ocasiones, emisarios para tratar de los temas bilaterales. «Pero les dije que nunca colaboraré con el Gobierno iraquí contra la nación iraquí», concluyó Banisadr.

Entre Irak, que reivindica las islas de Abu Mussa, la Pequeña y la Gran Tomb, en nombre de una «soberanla árabe», e Irán, que replica a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Sadegh Ghotbzadeh, que «no cederá un solo centímetro cuadrado de esta tierra islámica a nadie», se desarrolla una verdadera lucha de influencias.

Las tres pequeñas islas están demasiado cerca de las costas irán los (la Gran Tomb a tan sólo veinte kilómetros) para que, ocupándolas a la fuerza, Irak consiga mantenerse militarmente.

En realidad, en el terreno diplomático, la reivindicación por Bagdad de estas tres islas se produce tras una campaña desencadenada en febrero por Irak cerca de otros países árabes a favor de su «carta interárabe», que prevé la neutralización de la región árabe y una asistencia militar recíproca.

Aparte de algunos países moderados, como Jordania -el rey Hussein afirmó el miércoles que el mundo árabe debía «proteger a Irak, que apoya la causa de la nación árabe»-, Bagdad cuenta con la simpatía de la mayoría de los países del golfo Pérsico.

Más que por su política relativamente antisoviética, que se ha concretado estos últimos tiempos por su ruptura con el régimen suryemeni y el cierre, la semana pasada, de la oficina en Bagdad del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, el régimen iraquí es apreciado por esos países porque constituye una «barrera» contra una eventual extensión de la revolución iraní.

Tanto Arabia Saudí como los Emiratos cuentan con importantes minorías chiitas -los chiitas son incluso mayoritarios en Bahrein-, que desean preservar de las influencias «subversivas» del clero chiita iraní.

Irak, por su parte, cuenta con algo más de un 50% de chiitas. El 6 de abril último, Ghotbzadeh afirmaba: «La revolución islámica ha fortalecido la resistencia del pueblo iraquí al Gobierno baasista.» Tres días más tarde, las autoridades iraquíes anunciaban el descubrimiento de un «partido projomeinista» que, obedeciendo órdenes de Teherán, organiza atentados en Irak.

Tras producirse, a principios de mes, dos atentados de «inspiración iraní», el Gobierno iraquí expulsó a cerca de 6.000 ciudadanos iraníes residentes en Irak.

Refiriéndose a la iniciativa europea, que Egipto podría respaldar, Sadat aludió indirectamente al proyecto sometido por Gran Bretaña el pasado mes de marzo a sus interlocutores europeos, en el sentido de proponer a la ONU una modificación de la resolución 242, que incluya el derecho a la autodeterminación,de los palestinos. El presidente Sadat recordó que la solución del problema palestino era la condición indispensable a todo «arreglo regional»con Israel.