Ernesto Bitetti y Enrique García Asensio, con la Nacional

El escuchar a Enrique García Asensio, no al frente de la orquesta de la que es titular, sino dirigiendo a la Nacional, ha servido para poner de manifiesto con particular claridad sus cualidades más características. García Asensio ha demostrado, una vez más, su eficacia, su segura profesionalidad, su claridad de línea.Para empezar, la simpática obertura de El Barbero de Sevilla, de Carnicer, escrita para el estreno de El Barbero rossiniano en Madrid, muy bien expuesta por la Nacional, en una versión en la que se pudo echar en falta cierto grado de ironía, sin el que es difícil concebir hoy el hiperitaliano melodismo de esta grata página.

El resto del programa estaba formado por dos obras tan queridas como bien conocidas de García Asensio. En primer lugar, el concierto Aguediano, de García Abril, para guitarra y orquesta. El concierto Aguediano, que posiblemente esté destinado a convertirse en uno de los conciertos para guitarra más populares, es obra enormemente luminosa que combina una expresividad tierna y directa con una gran incisividad que procede tanto del ritmo (esos «picarescos» ritmos a contratiempo del primer movimiento) como del empleo de la disonancia que, dentro de un contexto tan marcadamente tonal, adquiere una singular eficacia. Toda la obra, que ha asimilado sabiamente mucho del Concierto de Aranjuez, adquiere una gran elegancia, que procede, posiblemente, de una instrumentación casi puntillista, tan primorosa y diáfana como el cielo levantino, en la que los instrumentos de madera juegan un papel importantísimo. Podríamos decir que si la «fastuosa» guitarra «cuenta grandes mentiras poéticas como afirmaba Baroja, García Abril tiene el talento de hacérselas decir de modo ligero y humilde; tal vez aquí estribe ese no sé qué popular que respira toda la página. Ernesto Bitetti tocó la obra con total seguridad y virtuosismo, un poco pequeño el sonido pese a la amplificación, poniendo de manifiesto la riqueza de colorido de su guitarra.

Para terminar, pudimos escuchar, una vez más, a García Asensio una de sus obras más queridas: la Quinta, de Shostakovich, que expuso con claridad y precisión, obteniendo muy buenos resultados.