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El susto de los precios de enero

«Nos hemos pasado una década con la obsesión de reducir nuestra tasa de inflación al nivel del promedio de los países industrializados de la CEE o de la OCDE. No había manera de lograrlo. Y de repente, en dos años, hemos cambiado de táctica. Esperamos las cifras de inflación internacionales con el escondido consuelo de que cada vez están más cerca de las nuestras.Nada habría que objetar a este cambio de enfoque si no fuera p¿r las profundas diferencias que un alto nivel de inflación tienen en unos y otros países. Por supuesto que no cabe minusvalorar el esfuerzo desplegado para reducir el índice de precios al consumo del 26,4% a finales de 1977, al 15,6 % en 1979, pasando por el 16,5% en 1978. No hay medicina sin contraindicaciones, y las fórmulas emplicádas para conseguir la reducción de la tasa de inflación, aparte de una heterodoxa congelación de precios difícilmente compatible con la economía de mercado, han traído como consecuencia graves e indeseables repercusiones por la aplicación de una necesaria, pero peligrosa, política monetaria restrictiva que ha,puesio en peligro o ha hundido numerosas empresas y ha hecho incrementar el paro hasta un crítico 10,14% de la población activa. (...)

El susto de los precios en enero puede lícitamente atenuarse con las comparaciones internacionales y con la deducción de la incidencia que en el índice han tenido las subidas de los productos energéticos. Pero no deja de ser preocupante a efectos internos, porque va a ser prácticamente imposible finalizar el primer semestre por debajo de un crecimiento de los precios del 6,75%, nivel a partir del cual habrá que volver a elevar los salarios en todas aquellas empresas -y son mayoría- donde los convenios se han firmado y se van a firmar con la cláusula de revisión en aplicación del acuerdo-marco.»

20 de marzo

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