La última obra de Tomás Moro, publicada en castellano
El manuscrito de "La agonía de Cristo" se conserva en Valencia desde el siglo XVI
La última obra que escribió Tomás Moro en la cárcel, antes de ser decapitado, y que lleva por título La agonía de Cristo, acaba de ser publicada en castellano por Ediciones Rialp. El manuscrito, redactado en la prisión de la Torre de Londres, en 1535, se encuentra en el colegio del Patriarca de Valencia, desde el siglo XVI.
La agonía de Cristo es el segundo libro de Tomás Moro que se publica en castellano (su famosa Utopía ha alcanzado doce ediciones en español). Se trata de un comentario de la pasión de Cristo en el que se relacionan los personajes evangélicos con situaciones y personas referidas a la época del autor. Cuando escribió esta obra Tomás Moro estaba ya condenado a muerte por los tribunales de la corte de Enrique VIII de Inglaterra.La obra ha sido traducida directamente del latín por Alvaro de Silva, filólogo y pedagogo español que en la actualidad reside en Estados Unidos. Alvaro de Silva está en estrecho contacto con un equipo de la universidad norteamericana de Yale que prepara una edición crítica de las obras completas de Tomás Moro. Este equipo no tenía conocimiento hasta hace muy poco tiempo de la conservación en España del manuscrito.
«Nos hemos decidido a publicar esta obra», explica Jorge Ipas , miembro del comité de ediciones de Riaip y director de la redacción central de la Gran Enciclopedia Rialp, «porque creemos que a pesar de su contenido, que puede parecer destinado a minorías, tiene una aplicación a la actualidad.»
La Colección Nebli, de Rialp, se dedica normalmente a la edición de obras de clásicos de la espiritualidad, desde los padres de la Iglesia hasta autores más modernos, pasando por la espiritualidad renacentista. «Tomás Moro es un clásico de relieve sobre estos temas.
Además es un personaje de una gran relevancia en España.»
Según Jorge Ipas, la vida y obra de Tomás Moro tiene una clara aplicación en estos momentos «puesto que aunque le tocó vivir en unos tiempos de una gran incoherencia, él, sin embargo, fue coherente, no se vendió a nadie contra sus propias convicciones, no cambió de chaqueta. De la contemplación del manuscrito de La agonía de Cristo podemos decir que destaca su serenidad, la síntesis profunda que demuestra de sus dos facetas: hombre de fe y hombre cargado de cultura. Aprovechó sus circunstancias de prisión previa a la ejecución para analizar también diversos aspectos del luteranismo».
El manuscrito en latín conservado en Valencia tiene su historia. Tomás Moro no llegó a terminarlo porque fue llevado al patíbulo antes quizá de lo que él esperaba. «El carcelero le quitó los papeles», ex plica Jorge Ipas, «pero estos pudieron ser salvados del registro destructor que poco después ordenó Enrque VIII. Un dominico español, relacionado con medios diplomáticos españoles en Londres, se hizo con el manuscrito y lo entregó al entonces arzobispo de Valencia, Juan de Ribera. Al fundar éste el «colegio del patriarca», o colegio del Corpus Christi fundación que se conserva hasta hoy en el mismo palacio del siglo XVI, el manuscrito fue definitivamente depositado en la capilla de rel¡quias de este colegio.»
«Independientemente de su valor espiritual y de los contenidos que transmite La agonía de Cristo», añade Jorge Ipas. «la obra tiene también valores literarios en sí misma.»
Tomás Moro (Londres 1478-1535), hijo de una familia de pequeños nobles, se sintió pronto atraido por las prácticas religiosas católicas, que no abandonaría a lo largo de su vida y por las que sería ejecutado. Estudió en Oxford y tuvo contactos frecuentes con John Colet y Erasmo, de quienes aprendió su erudición y humanismo. Sus primeros conflictos con la corte de Inglaterra surgieron en 1504, cuando entró como miembro del Parlamento inglés. Sin embargo, y pese a todas las dificultades, su carrera política ascendente le llevó a ocupar el puesto de canciller de Inglaterra, en 1529.
Pero el mismo rey Enrique VIII. que le había elevado a este puesto, permitiría que unos tribunales manipulados le condenaran a muerte por no admitir la legitimidad del matrimonio de éste con Ana Bolena, y por negarse a prestar juramento a Enrique VIII como jefe supremo de la Iglesia anglicana. Fue decapitado el 7 de julio de 1535 y su cabeza fue expuesta sobre el puente de Londres. Tomás Moro fue canonizado por el papa Pío XI en 1935.
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