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Gran Bretaña se enfrenta con la Comunidad Económica Europea

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, amenazó el martes por la noche, en la Cámara de los Comunes, con retener parte de la contribución británica para el mantenimiento de las estructuras comunitarias europeas. Si Londres hace efectiva esta amenaza, las consecuencias pueden ser muy graves. El líder gaullista francés Jacques Chirac ha sugerido ya la posible expulsión de Gran Bretaña de la CEE.Gran Bretaña se prepara para un choque frontal con el resto de la Europa comunitaria en la próxima cumbre del Mercado Común, que se celebrará a finales de mes en Bruselas, en torno, una vez más, al controvertido tema de la contribución británica al presupuesto de la Comunidad.

Los ánimos se caldean en este país a medida que se acerca la fecha del 31 de marzo, en que se reunirán en la capital comunitaria los jefes de Gobierno de los nueve países que forman el Mercado Común, como consecuencia del poco eco, o «falta de comprensión», como se la denomina oficialmente, que el resto de los Gobiernos europeos demuestran por la causa británica, principalmente el francés.

Gran Bretaña considera «una injusticia manifiesta» que, siendo uno de los países más pobres de la Europa comunitaria, tenga que realizar la mayor contribución alpresupuesto de la Comunidad, que se traducirá este año, si no se pone remedio, en la nada despreciable cantidad de 1.200 millones de libras (unos 180.000 millones de pesetas).

El tema irrita a todos. Al inglés medio, porque nunca entendió muy bien los beneficios del ingreso británico en el Mercado Común; al Partido Laborista, porque la mayoría de sus miembros son opuestos a la Europa comunitaria, y al Gobierno de la señora Thatcher, porque necesita desesperadamente una compensación sustancial, en primer lugar, para salvar la cara ante la opinión pública, y, en segundo, para poder nivelar el presupuesto del presente año fiscal, que será presentado a la Cámara de los Comunes y al país el próximo día 26.

Al reducir sustancialmente los impuestos en el presupuesto del actual ejercicio fiscal, que termina el 1 de abril, el Gobierno, que ya ha cortado todos los gastos superfluos cortables, necesita como el maná una cantidad sustancial procedente de su contribución al Mercado Común para rehacerse del descenso de ingresos por la rebaja impositiva.

De ahí que no haya sorprendido a nadie la amenaza lanzada por la señora Thatcher, el martes, en la Cámara de los Comunes, de retener parte de la contribución británica al presupuesto, amenaza que ha producido consternación enlos medios comunitarios, en el caso de que no se ofrezca una compensación sustancial a las peticiones hechas por Londres.

Según estos medios, la retención por parte de Gran Bretaña de su contribución comunitaria sumiría a la Europa de los nueve en un caos de consecuencias imprevisibles. El actual presidente del Consejo de Ministros, el italiano Attilio Ruffini, declaró en Bruselas que «tal acción produciría daños irreparables a toda la Comunidad ».

La señora Thatcher presentó su caso por primera vez en la cumbre de Dublín del pasado noviembre, y sólo consiguió una oferta de 350 millones de libras (unos 52.000 millones de pesetas), que rechazó olímpicamente con la frase: «No vamos a contentamos sólo con un tercio de la tajada. »

Desde entonces, las posiciones se han endurecido, principalmente por la intransigencia francesa a aceptar lo que califican de «pesadilla británica». Los franceses, y, en general, el resto de los Gobiernos europeos, comienzan a hartarse, de un lado, de que las cumbres del Mercado Común se dediquen sólo al tema de la contribución británica y, de otro, de la negativa inglesa a aceptar «un paquete de soluciones », en el que se incluiría la contribución famosa, además de la pesca, la política común agrícola y el petróleo del mar del Norte.

Las relaciones entre París y Londres se encuentran, por este motivo, en su nivel más bajo desde hace muchos años, hasta el punto de que en ambas capitales se ironiza sobre «la misentente cordiale», en lugar de la en otro tiempo famosa «entente», que reina entre los dos países, y que hizo declarar el martes en la televisión francesa al líder gaullista Jacques Chirac que «si Inglaterra no cumple las reglas del club, lo mejor que podría hacer es dejarlo».

Editorial en página 8

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